El colorido de los carros engalanados dibuja de nuevo la esencia del día grande de San Froilán en León

Carros engalanados por San Froilán en León.

D. Álvarez

La esencia tras dos años de pandemia. La ciudad de León recuperó este domingo una de sus tradiciones más vistosas con el tradicional desfile y concurso de carros engalanados que rememora la antigua tradición de acudir al santuario de La Virgen del Camino durante las celebraciones de las fiestas de San Froilán. El certamen constituye una de las señas de identidad leonesas y rinde homenaje cada año a la herencia rural de la provincia.

Tirados por parejas de bueyes, vacas, caballos o burros y decorados para la ocasión con colchas, pucheros y aperos de labranza, los 37 carros participantes completaron en romería un recorrido que finalizó en la plaza del Grano, donde tuvo lugar la entrega de premios del concurso. Este año, el itinerario del desfile tuvo que adaptarse a las obras que tienen lugar en la carretera de Los Cubos y en la calle Carreras, en el entorno de la muralla. Los actos se cerraron con la actuación del grupo tradicional Tenada.

Romería a la Virgen del Camino

El miércoles, día de San Froilán, los carros engalanados tienen su cita con la tradicional romería a La Virgen del Camino, declarada de interés turístico provincial y regional. La jornada reunirá a unos 60.000 participantes y está prevista la asistencia de medio centenar de carros engalanados y casi 200 pendones de distintas localidades de la provincia.

La basílica de esta localidad perteneciente al municipio de Valverde de la Virgen acogerá a las 12.00 horas una misa de campaña en ofrenda a la Virgen del Camino, patrona de León, con la asistencia de los ayuntamientos del Voto y autoridades. Tras el oficio religioso, la romería se trasladará a las calles del pueblo, donde se podrán degustar productos típicos leoneses.

Cantaderas para reivindicar la cuna del parlamentarismo

El claustro de la Catedral de León acogió este domingo también la tradicional ceremonia del Foro u Oferta de Las Cantaderas, una fiesta declarada de Interés Turístico Regional en la que las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad protagonizan una ingeniosa batalla dialéctica sobre la supuesta obligatoriedad del donativo ofrecido por el Ayuntamiento a la Iglesia. El alcalde, José Antonio Diez, que este año ejerció como síndico municipal, instó a los leoneses a “defender su historia frente a todos y frente a todo”, antes de regalar al Cabildo una bandera de León con el objetivo de que, “aunque sea un sólo día al año”, pueda ondear en lo alto de la Catedral.

Al respecto, Diez reivindicó el pasado de León como “cuna del parlamentarismo y tierra de libertades” y lamentó que “al pueblo de León se le forzó, sin ser escuchado, a estar donde hoy no quiere estar”. En representación del Cabildo Catedralicio, el administrador del templo, Mario González, instó al alcalde a utilizar el pasado como “trampolín al futuro” y mostró su agradecimiento al regidor “por lo que hace por León, aunque a veces le cueste un disgusto”.

En ese sentido, señaló con ironía que “con amigos como Tudanca, ¿quién quiere enemigos?”, en referencia al secretario general autonómico de los socialistas, y aseguró a Diez que “si los de dentro le tratan mal, ya le tratamos bien los leoneses”. Al término de su intervención, González obsequió al regidor con dos correctores de tipo ‘típex’ para que Diez elimine el término “voluntariamente” del artículo que firma en el número 9 de la revista 'Catedral', donde explica el origen de la ceremonia tradicional de las Cantaderas. “El error se va expandiendo”, advirtió el representante del Cabildo.

Como es tradicional, el enfrentamiento entre el poder civil y el eclesiástico acabó en tablas, después de que los representantes de ambas instituciones presentaran sus argumentaciones sin llegar a alcanzar un acuerdo. De este modo, ni el Cabildo admite que la ofrenda sea una gracia concedida por la ciudad, ni el Consistorio acepta que sea una obligación. Diez y González dieron por finalizada la contienda dialéctica fundiéndose en un abrazo en el centro del claustro.

Cabe recordar que el evento recupera este año la normalidad tras la edición del año pasado, en la que las restricciones con motivo de la pandemia de la covid-19 deslucieron las celebraciones. Un año antes, la situación sanitaria obligó a suspender el acto público y a sustituirlo por uno privado en el que el regidor entregó a los representantes del Cabildo la ofrenda de la ciudad para dejar constancia de la disposición del Consistorio a perpetuar la tradición.

Orígenes de la ceremonia

La ceremonia del Foro u Oferta de Las Cantaderas es una secular conmemoración que forma parte del acervo cultural leonés y que se celebra cada año durante el día grande de las fiestas de San Froilán. La tradición conmemora la victoria cristiana en la batalla de Clavijo, en el año 844, y la liberación del legendario tributo de las cien doncellas que los reyes leoneses venían pagando anualmente a los califas musulmanes.

Los actos arrancan con el baile de las Cantaderas, las jóvenes doncellas ataviadas con lujosas vestimentas a la usanza medieval, que siguen el ritmo que marca la sotadera, la mujer de la corte del emir que debía instruirlas en los usos y costumbres musulmanas. Después que las Cantaderas completen sus bailes, tiene lugar el debate sobre la naturaleza voluntaria u obligada del foro u oferta que presenta el poder civil.

El origen de esta ofrenda se remonta a la supuesta ayuda que el apóstol Santiago prestó a las tropas cristianas para derrotar a las huestes musulmanas durante la batalla de Clavijo. Esta batalla habría sido fruto de la negativa del rey leonés Ramiro I a continuar pagando el infame tributo de las cien doncellas que los reyes cristianos rendían puntualmente a los califas musulmanes para mantenerse a salvo de sus ataques. La leyenda cuenta que las doncellas que iban a ser entregadas prefirieron cortarse una mano a dejarse llevar por su destino.

Ante esta demostración de arrojo, el rey decidió negar para siempre el tributo y presentó batalla ante los musulmanes liderados por Abderramán II, a los que derrotó con la supuesta intervención del apóstol. En agradecimiento por esta victoria, el pueblo de León realizó una ofrenda al Cabildo Catedralicio, una ofrenda que con el paso del tiempo se convirtió en tradición sin que llegue a saberse nunca si se hace por vocación o por obligación.

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