El cortín número 17

D. Álvarez / ICAL

En mayo del año pasado, un vecino de los montes de Fonfria, en terrenos del municipio de Torre del Bierzo, descubrió entre la maleza un conjunto de antiguos colmenares de piedra, con muros de hasta cuatro metros de altura para proteger a las afanosas abejas de eventuales ataques de osos, así como de amenazas como el fuego o los fuertes vientos.

Recientemente y gracias a las labores de limpieza y desbroce llevadas a cabo en la zona, la aparición de unos muros revela la existencia de un nuevo cortín, el número 17 de esta agrupación, única por la cercanía entre las distintas construcciones que la integran.

Estos colmenares, que en León y Asturias reciben el nombre de cortines y que en Galicia se conocen como alvares o alvarizas, son una muestra de la arquitectura tradicional del noroeste peninsular y su presencia es residual en otras partes de España. Coronadas por largas y pesadas losas que sobresalen en forma de voladizo, la mayoría de construcciones conserva todavía la puerta de entrada, así como un cobertizo en el que se guardaban herramientas y colmenas vacías.

Habitualmente, los cortines solían aparecer espaciados a lo largo de las laderas, a varios cientos de metros unos de otros. De esta manera, los apicultores trataban de impedir que las abejas compitiesen por las mismas flores. Sin embargo, la principal particularidad de los cortines de Fonfría tiene que ver con la escasa distancia que los separa, que en algunos casos no llega a los cinco metros entre colmenar y colmenar. Esto indica que la zona, situada en una ladera orientada al nacimiento del sol y protegida por las montañas de los vientos fríos del norte, poseía unas condiciones que la hacían especialmente indicada para la apicultura. En ese sentido, la inclinación del terreno ofrecía otra ventaja, ya que permitía construir escalones en la superficie interior para colocar las colmenas de manera que no se hiciesen sombra entre ellas.

En el interior de algunos de los colmenares aún se conservan colmenas en relativo buen estado. La mayoría consisten en troncos de árboles huecos, conocidos como truébanos, a los que se les colocaba una tapa de madera o una losa para protegerlas de las inclemencias climatológicas. También se conservan algunas colmenas rectangulares hechas con tablas gruesas de madera de roble o encina.

Aunque no existen certezas sobre su antigüedad, su origen podría remontarse al siglo XVIII. El Catastro de Ensenada recoge ya en 1752 la declaración de los vecinos de Fonfría y de los pueblos limítrofes, que aseguran disponer de 420 colmenas. Aunque la antigua costumbre de no declarar la totalidad de los bienes para reducir el pago de impuestos y el escrito que consta al final del registro, poniendo en duda la veracidad de las cifras aportadas por los vecinos llevan a pensar que el número podría ser incluso mayor, lo que habla de una actividad ya consolidada en aquella época.

Además, durante el proceso de limpieza y rehabilitación de los cortines se produjo otro singular hallazgo, en este caso, el de una antigua moneda de dos maravedíes acuñada en Burgos en 1602, bajo el reinado de Felipe III. La pieza ya se ha enviado al Museo de León para someterla a un estudio numismático pormenorizado.

Protección oficial

Todavía pendiente de investigaciones más profundas, el conjunto de cortines de Fonfría forma parte desde el pasado mes de octubre de la Carta Arqueologica de la provincia, como bien del patrimonio etnográfico. A través de esta primera puesta en valor, la Junta trata de garantizar la protección del enclave y de implicar tanto al Ayuntamiento de Torre del Bierzo como a la Diputación de León en la conservación de este patrimonio arqueológico.

Ante el riesgo de colapso inminente que amenaza a algunas de las construcciones, con grietas y abombamientos en sus muros, el descubridor del conjunto presentó el pasado 20 de mayo, coincidiendo con la celebración del Día Mundial de las Abejas, una petición oficial a las autoridades para declarar el enclave como Bien de Interés Cultural (BIC), una reclamación que continúa a la espera de respuesta.

Todo el proceso de descubrimiento y rehabilitación de los colmenares formará parte de un futuro documental que, provisionalmente, lleva por título 'Telling the bees' ('Contándole a las abejas'), en referencia a la antigua tradición que obligaba al dueño de una casa a informar a su colonia de abejas, mediante suaves golpes en la colmena, de acontecimientos importantes que afectasen a la familia, como nacimientos, funerales o bodas.