Felicitas Esteban, la 'abuela' de San Román de Bembibre, cumple 111 años y ya es la quinta más longeva de España

Mar Iglesias / Agencia EFE

La abuela de San Román de Bembibre (Bembibre) acaba de cumplir 111 años este pasado 22 de noviembre, edad que la sitúa como la quinta mujer más longeva de España, y pese a la cual recuerda con minuciosidad los principales detalles de una vida azarosa.

Aunque es natural de Sejas de Sanabria (Zamora), donde nació en 1913, Felicitas Esteban hizo su vida en El Bierzo, comarca leonesa a la que llegó de la mano de su marido, el cacharrero Francisco González, donde permaneció más de 70 años y creó una familia de seis hijos: Nazario, Esther (Tita), Antonio, Obdulia, Yolanda y Paquito.

Hace más de dos décadas, cuando su esposo falleció, se desplazó a Sabadell (Barcelona), para vivir al lado de su hijo Antonio, con el que sonríe desdentada y avanza sin ayuda de gafas ni bastones y casi sin medicación.

Felicitas es dura y enjuta, delgada al máximo y picarona hasta el punto de seguir haciendo bromas a sus hijos que se acercaron a verla para soplar velas un año más, desde El Bierzo y Barcelona, donde viven.

Espontánea y curiosa

Aunque le falla el oído, sigue con curiosidad las conversaciones y en su cabeza va atando cabos. Tanta gente para su celebración y unos 'chichos' viajeros procedentes de El Bierzo tenían que ser para hacer la matanza que todos los años sumaba a la familia alrededor del cerdo.

La concejala de Infancia y Mayores del Distrito 2 de Sabadell, Laura Reyes, acompañada de un técnico, visitó a la centenaria para entregarle un ramo de flores y charlar con ella con motivo de su cumpleaños.

Felicitas agradeció el gesto que este ayuntamiento, en el que ahora está censada, le dispensa cada año. Pero la abuela es carne de San Román de Bembibre y cada año pide volver a casa, la que levantó su marido Francisco cuando decidió que El Bierzo era buen sitio para fundar una familia.

Tragedias

Una vida tan provecta contiene también episodios luctuosos como la muerte de Nazario, su primogénito, en un accidente en Santa Marina del Sil (Toreno), o el traje de metralla que aún, recubre el cuerpo de su hija mayor, Esther, de 82 años, y que estuvo a punto de costarle la vida en un episodio del que aún guardan memoria las hemerotecas.

Esther fue una de las conocidas como Niñas de la bomba que el 13 de junio de 1951 se encontraban en el río, junto al puente romano de San Román de Bembibre, donde encontraron un artefacto que confundieron con un muñeco y resultó ser una bomba modelo Lafitte que les explotó al tratar de manipularlo. Una de ellas murió.

El pueblo marcó sus mejores y peores momentos y por redes sociales han recordado a su vecina con centenares de felicitaciones por su cumpleaños.

Ahora cumple años moviendo las manos que siempre estuvieron bordando y que ahora buscan agujas para hacerlo. Sin gafas, sin ayuda de bastones y casi sin medicación, solo una pastilla para controlar los niveles de azúcar, vive sin dolores con una premisa que tiene clara cuando sus hijos le preguntan cuántos años va a cumplir: “Voy para 112”, dice sin saber si son muchos o pocos.

Son los que ya no tiene ninguna supercentenaria. Las cuatro que la adelantan no llegan a ellos y tal vez la abuela de San Román lo haga.