Seis meses sin vergüenza: la carta de la hija de un 'paciente' con cáncer en la comarca de El Bierzo

El 16 de marzo se cumplen seis meses desde que como ponferradina e hija de paciente oncológico enviara una queja en forma de carta al Sacyl (Sanidad Castilla y León, Junta de Castilla y León). El 16 de marzo, además, por si la vía institucional no funcionaba, envié mi carta también a asociaciones y algunos medios de comunicación para que replicaran mi escrito.

Quizás hubiera pasado por alto que han pasado seis meses si no fuera porque han sido seis meses de insomnio, ansiedad y preocupación por mi padre. Seis meses de absurda paciencia, mía, de mi familia y de todos los pacientes y familiares de enfermos de cáncer de las comarcas de Cabrera, Laciana y El Bierzo. Nunca antes las palabras “ser un paciente” se habían tomado de una forma tan literal. 

Seis meses, y otros pocos más a contar. Seis no, más de diez. Más de diez meses con sus días y con sus noches, más de diez meses sin tener una persona de referencia en el Hospital, una cara conocida que sepa todo tu proceso oncológico sin tener que leerlo en una pantalla, una voz de aliento que sabes que te acompañará, que no estuviese saturada de información, que pudiese quizás buscarte tratamientos experimentales y alternativos a los actuales que, a lo peor, no funcionan. Un número de teléfono al que llamar para pedir auxilio mientras se padece esta terrible enfermedad que es pura incertidumbre. 

Más de diez meses de sinvivir con la duda de si se podría hacer algo más, la duda de si los recursos con los que sí cuentan en otros lugares llegarán algún día al Hospital El Bierzo, aunque solo sea alguno. 

Mi padre perdió a su oncóloga en mayo, no porque una DANA barriera el hospital, no por la mala suerte, no porque un conflicto bélico arrasara con todo, sino porque no hay personal de Oncología que pueda aceptar quedarse en un hospital tan mal gestionado por el Sacyl.

A veces, después de tantos meses de intenso activismo, mucha gente me pregunta: ¿Qué querrías que fuera diferente? Todo.

Quisiera que los políticos, especialmente los de mis comarcas, en lugar de usar mi dolor, sintieran algo de empatía que les moviera a la acción.

Quisiera que los responsables, en lugar de ignorar mi dolor, hubieran tomado ya medidas que pudieran cambiar la situación.

Quisiera que todos mis paisanos y paisanas, con o sin familiares con cáncer, estuvieran tan indignados como yo.

Quisiera decirle a mi padre que después de haberse pasado la vida entera cotizando y trabajando de albañil de sol a sol en su tierra, su tierra le devolvería una Sanidad Pública decente que lo atendiera con la dignidad que se merece.

Sacyl nunca llegó a tomarse en serio mi carta. Me contestó con la misma carta genérica que envió a mis amistades, a mis conocidos y a tantas otras personas de las que jamás tendré constancia. Me sentí despreciada, humillada, decepcionada y ninguneada. Muchos pacientes de muchas especialidades nos sentimos así.

Quienes tienen que organizar los servicios públicos sanitarios en nuestras comarcas olvidan que una persona enferma no es un ser inerte como un pallet de adoquines esperando a ser colocado en las calles del centro del pueblo. Los seres humanos necesitamos vivir cada día, comer cada día, dormir cada día y tratar la enfermedad cada día.  

Yo está noche tampoco puedo dormir. Sé que mi padre estará en su habitación igual de despierto e inquieto, pero mucho más agotado, deprimido y enfermo. Sin fuerzas ni ganas para escribir una carta como esta, contando quizás el goal average de la Ponferradina. De contar los días sin poder ejercer su derecho a la Sanidad Pública se ha cansado ya.

A ver si sube la Ponfe a segunda.

Porque por mucho que nos lo sigan negando y, aunque algún día es mucho tiempo, un hospital con una plantilla estable para todas las especialidades lo vamos a traer sí o sí los habitantes de la Cabrera, Laciana y El Bierzo a base de protesta.