El festival de cine que nació en una cuadra y los 'argalleiros' que traman una semana cultural en Villasinde

Sus abuelos los llamaban argalleiros. Con el Cebreiro a tiro de piedra, el gallego es moneda corriente en Villasinde, localidad perteneciente al municipio de Vega de Valcarce. “Que manipula algo por diversión” es la primera acepción de argalleiro en el diccionario de la RAG (Real Academia Galega). Ramón Camuñas Vecín, que vivió con sus abuelos en el pueblo hasta los 4 años de edad, pronto se aficionó al cine. Y manejaba ya de joven una cámara Super-8. “¡Argalleiro, danzante!”, le decían los vecinos cuando los filmaba mientras segaban, majaban y lavaban la ropa a mano a mediados de los setenta. La sorpresa era luego mayúscula cuando proyectaba aquellas imágenes sobre una sábana en una cuadra con un burro. Fue el fermento de un festival de cine que se instauró casi medio siglo después en esta localidad del Bierzo Oeste rodeada de castaños.

Son nietos del pueblo e hijos de la emigración. Por eso, Ramón Camuñas Vecín se marchó de niño a Barcelona detrás de sus padres. “Pero yo siempre venía aquí de vacaciones. Esta es mi patria. Yo me siento muy berciano”, dice en conversación telefónica desde el pueblo. Por eso, los hermanos José Manuel y Ana González Busto nacieron ya en Francia. Pero siempre volvieron. Hoy son presidente y secretaria, respectivamente, de Argallando Asociación Sociocultural y de Desarrollo Rural Villasinde, oficialmente constituida hace un año con la reminiscencia de aquella expresión gallega que identificaba a los chavales inquietos de la época y que ha dado forma a la primera Semana Cultural, Rural y Sostenible, que tendrá lugar del 11 al 15 de agosto en este pueblo que se acerca al medio centenar de residentes durante todo el año pero que ronda el centenar en verano.

El cine está ya en el origen. La primera televisión, todavía en blanco y negro, la trajo el último párroco estable de la localidad antes de que a mediados de los setenta Camuñas ya hubiera desarrollado una afición que alimentaba grabando con una cámara Super-8 y ayudando los fines de semana al dueño de un videoclub en Barcelona. Cuando regresaba al pueblo cargado con aquel aparato y latas de películas, filmaba a sus paisanos haciendo las labores del campo y proyectaba aquellas imágenes en bruto todavía sin montar, así como filmes de todo tipo, sobre una sábana en una cuadra de su familia con el burro como un espectador más. “Y a veces mordía el cable del altavoz. Aquello era un cachondeo”, rememora entre risas.

Con los cines más cercanos a más de media hora de distancia en Ponferrada, Villasinde tenía por las vacaciones su propia sala de proyecciones, donde los vecinos pudieron ver entonces desde películas mudas de Charles Chaplin y Buster Keaton hasta filmes del oeste pasando por cintas españolas que causaron gran revuelo en el pueblo como La cera virgen, donde Carmen Sevilla “enseñaba las piernas” en la antesala de los años del destape. Con todo, lo que causaba más sorpresa era verse a ellos mismos: en las labores del campo, en la procesión por la fiesta, jugando a los bolos. Maestro industrial que acabó su vida laboral como director de una oficina de Correos, Camuñas fue tocando como aficionado otros palos del cine junto a su amigo Jordi Romero. Y aprovechó el tiempo libre para rescatar aquellas viejas imágenes, hacer el montaje y convertirlas en un reportaje-documental de poco más de media hora de duración, un excepcional material etnográfico titulado Villasinde 74. Memorias de un pueblo que se proyectó en en la localidad en una jornada de emociones desbordadas y que se puede ver al final de este reportaje.

“No había máquinas. De estrella a estrella había que segar. Era muy duro. Porque era así; no había otra cosa”, cuenta Argentina Arnaldo en Villasinde 74, aderezado con este y otros testimonios como el de Francisco Vecín, que habla mientras las imágenes lo sitúan dirigiendo un carro tirado por una pareja de vacas con apenas 13 años de edad, con su padre en Suiza y un hermano mayor trabajando fuera por el verano. “Era un trabajo que nos gustaba, y que había que hacerlo”, cuenta para explicar cómo asumió aquella responsabilidad sin dejar de ser un chaval: “Pero llegaba un momento en que lo que estabas esperando es que se acabaran las tareas para marchar a jugar con los otros chicos que había en el pueblo. Yo creo que éramos tan felices como los de hoy”. La cinta da forma con el montaje, los testimonios y música generada en buena medida por inteligencia artificial a imágenes grabadas fundamentalmente entre los años 1974, 1975 y “puede que” 1976 (también las hay de 1990). El título (sin paralelismos con la película Torremolinos 73) fue idea de Guillermo Camuñas, hijo de Ramón y ayudante de montaje de la cinta.

El rescate está en el germen del Festival de Cine Rural, que cumple ya su tercera edición, ahora enmarcado en esta primera Semana Cultural, Rural y Sostenible que tiene, a su vez, su propia genealogía: la de los intentos por revitalizar el pueblo con la recuperación de las fiestas de San Pedro o la celebración de talleres aprovechando tradiciones locales como la cestería o incluso traídos de fuera como el 'Recordando a Lolo', el que imparte Laia Redondo, hija del desaparecido dibujante y viñetista, con el respaldo del ILC (Instituto Leonés de Cultura). Cuando hubo que transformar en asociación ese interés por dinamizar Villasinde, los nietos se acordaron de sus abuelos y la bautizaron como Argallando.

La polisemia da juego en el diccionario de la Real Academia Galega. “Hacer cosas de poca importancia o valor”, reza una de las acepciones de argallar, seguida de otras que dicen “concebir o preparar (algo) con alguna finalidad práctica” y “organizar o llevar a cabo (algo) sobre la marcha, con los medios de que se dispone en el momento”. Al presidente del colectivo le dieron una vez una definición de argalleiro que, de algún modo, resume las anteriores: “Persona que dedica su tiempo productivo en cosas que no tienen valor material, dejando de hacer aquellas cosas que sí debería hacer”. La asociación, que en este tiempo también ha dado realce al magosto y se ha implicado en la decoración navideña, cuenta ya con 119 socios. Y lo que hace (lo que trama por buscar un verbo en castellano que podría funcionar como sinónimo de argallar) sí tiene mucho valor.

Argallando ha logrado fijar una serie de actividades que sacan a los mayores de sus casas. “Vienen los nietos a verlos. Y eso no se paga con dinero”, sentencia José Manuel González Busto antes de que Ramón Camuñas Vecín resalte la imagen de los más veteranos del pueblo dibujando en el taller 'Recordando a Lolo': “Fue una gozada”. La programación cultural incluye un palabreiro, en este caso para fijar expresiones típicas de la localidad desde empuliñar (originalmente subir al puleiro -gallinero-, ahora también usado de forma simbólica para, por ejemplo, “subir al Land Rover” con cierta dificultad), estercar (por llevar el abono a las fincas) o chapizo (por calcetín hecho con lana de oveja). La memoria oral de los mayores del lugar hará de diccionario de consulta.

Nosotros damos más de lo que pedimos. Hacemos labores como la limpieza del entorno que en una ciudad la haría el ayuntamiento. Habría que hacer el camino más fácil a los emprendedores, y el Estado no perdería nada

El caso es que Villasinde tampoco es uno de esos casos paradigmáticos de pirámide de población invertida en el rural de la provincia de León. “Hay también gente joven, que alterna el trabajo y el campo”, reseña la secretaria de la asociación para citar empleos en localidades como Fabero o Ponferrada en sectores como la construcción y el comercio que se pueden complementar con un sector primario que en el pueblo pivota fundamentalmente en torno a la ganadería y los castaños. “Tenemos buenas infraestructuras y estamos bien conectados con Vega de Valcarce”, dice José Manuel González Busto, a la sazón pedáneo de una localidad que suspira por contar con un bar o una casa del pueblo que sirva de punto de encuentro y que pretende escarbar en sus raíces peregrinas hasta asentarse como ruta alternativa del Camino de Santiago con la etapa Dragonte-Las Herrerías.

“Nosotros damos más de lo que pedimos”, responde el presidente del colectivo y pedáneo del pueblo a la pregunta por las recetas frente a la despoblación hasta sugerir el establecimiento de algún tipo de discriminación positiva. “Habría que hacer el camino más fácil a los emprendedores, y el Estado no perdería nada”, apunta. Ramón Camuñas Vecín insta a cambiar la expresión España vaciada por “España olvidada”. “Y hoy la panacea ya no es ir a una ciudad, donde vas a encontrar un trabajo malo y una mala calidad de vida. Yo paso aquí tres meses y no me aburro. El clima de una ciudad, con toda la humedad que hay, nos mata. Y aquí ahora estoy a la sombra, y no tengo frío de milagro”, cuenta con el país sumergido en plena ola de calor sin obviar que las carencias los servicios sanitarios en el rural representan un lastre para quien vive en Barcelona rodeado de hospitales y clínicas. El saldo rural-urbano tiene otros contrapesos. “Nosotros hacemos labores como la limpieza del entorno que en una ciudad la haría el ayuntamiento”, recalca José Manuel González Busto.

Las desbrozadoras son, de hecho, el sonido de fondo en las mañanas de verano de Villasinde, donde todavía se conserva una importante cabaña de vaca mantequera. Las máquinas ponen también el contraste con aquellos tiempos de hocín y guadaña reflejados en un documental basado en labores manuales con la única excepción de la majadora. El pueblo, que ahora también presume de esculturas en madera con las tallas en los árboles realizadas por Antonio Álvarez Álvarez Tono, lo tiene ya todo listo para su semana cultural, incluso cursando una invitación al prestigioso cineasta gallego Oliver Laxe, quien ya el año pasado envió un vídeo de felicitación. “Tenemos muchas similitudes”, dice la encargada de la comunicación en Argallando, Ana Alonso, al remarcar el intento del cineasta de revitalizar con iniciativas culturales Vilela, la pequeña aldea en la que reside, perteneciente a Navia de Suarna (Lugo), municipio fronterizo con el berciano de Valle de Ancares.

El punto culminante llegará el viernes con el III Festival de Cine Rural, levantado sobre la base del reportaje-documental producido por Pandela Films, nombre que hace referencia a uno de los entornos de la localidad. Asumiendo las dificultades de organizar una cita cinematográfica anual en el medio rural, Camuñas Vecín lanzó paralelamente un concurso de fotografía con un argumento añadido que pone todavía más contraste temporal con los años en los que tenía cámara de fotos y de Super-8: “Hoy todo el mundo tiene un teléfono móvil”. Así, los cortometrajes y la fotografía se complementan en unos días en los que un pueblo del Bierzo Oeste rodeado de castaños desplegará su propia alfombra roja.

A continuación puedes ver completo en YouTube el documental ‘Villasinde 74. Memorias de un pueblo’, producido por Pandela Films