En este mes de junio, Villafranca del Bierzo, municipio cuna de poetas y literatos, rendirá homenaje a uno de sus hijos predilectos, el escritor Antonio Pereira, de cuyo nacimiento se cumplirá un siglo el próximo día 13. Entre los actos con los que la ‘pequeña Compostela’ recordará a Pereira a lo largo de todo el verano destaca la ruta literaria que recorrerá los lugares más importantes en la vida del autor que, según sus propias palabras, vivió la vida con vocación de contarla y de cantarla.
Según avanza el presidente de la Fundación Antonio Pereira y sobrino del escritor, Joaquín Otero, este recorrido acercará a los más curiosos a lugares como la casa natal del escritor, en el barrio al que dedicó sus 'Cuentos de la Cábila', “al otro lado del río”. Identificado desde hace casi una década con una placa que recuerda su vinculación con el autor, el inmueble sigue siendo propiedad de la familia y en él pasa largas temporadas Beatriz, la más pequeña de las hermanas de Antonio y madre de Joaquín.
En el interior de la casa, Beatriz sigue refiriéndose al cuarto que Antonio compartía con su hermano como “la habitación de los niños”, tal y como lo hacían sus padres. “Por donde quiera que pasó, dejó huella”, señala la hermana del escritor, que lo recuerda como “un chico muy bueno, muy dócil y muy obediente”, un carácter innato que se acentuó cuando se le prescribió el uso de gafas, lo que le apartó de los juegos más violentos de los que disfrutaban sus compañeros.
Entre sus recuerdos más entrañables, Beatriz atesora los cuentos que su hermano le regaló o las excursiones en las que, ya de casado, llevaba a toda la familia a descubrir enclaves cercanos. En concreto, recuerda una merienda en una pradera de Pereje que le sirvió a Antonio de inspiración para su poema ‘Los míos’.
Buceando en su memoria, Beatriz también recuerda con cariño la etapa en la que un jovencísimo Antonio “jugaba a decir misa”, ataviado con una casulla, un alba y una estola que las monjas concepcionistas vecinas de la familia le habían hecho a su medida con la intención, poco exitosa, de hacer nacer en él una vocación por el oficio religioso.
Inicios en la lectura
Otro de los enclaves de Villafranca que resultaron ser protagonistas en la vida de Pereira fue la imprenta y librería de su tío Tomás, que hoy continúa abierta en la plaza Mayor bajo el nombre de librería Nieto. “Allí se inició en la lectura con nueve o diez años. Iba a pasar las tardes y agarraba los libros que se le ponían al alcance. Fue el lugar en el que tuvo contacto con las primera novelas y eso le marcó”, explica Otero, que subraya que el “olor a tinta” de este lugar fue uno de los recuerdos que más profundo enraizó en la memoria de su tío.
De su época juvenil también destaca otro lugar en la emblemática calle del Agua, la academia del cura Manuel Santín, ‘don Manolo’, situada frente a la casa natal de Enrique Gil y Carrasco, de cuya obra era un gran conocedor. Por sus aulas también pasó otro de los ilustres literatos de la villa, el escritor, lingüista y crítico literario Ramón Carnicer, con quien Pereira mantuvo una inquebrantable amistad a lo largo de toda su vida.
La Fiesta de la Poesía
El siguiente gran escenario vinculado a Pereira, quizá el más destacado, se sitúa en el Jardín de la Alameda, el parque que durante décadas acogió la Fiesta de la Poesía de la que Pereira fue el principal promotor. La Fundación que lleva el nombre del escritor trabaja para celebrar una edición conmemorativa el último domingo de junio, con la presencia de los ganadores de todas las ediciones anteriores.
Además, el día 25 se inaugurará en este lugar una estatua en bronce del autor sentado en uno de los bancos. “Él era el alma de la Fiesta de la Poesía”, recuerda Luis Núñez, que fue alcalde de Villafranca en dos etapas, entre 1975 y 1979 y entre 1983 y 1987. Amigo íntimo del autor, Núñez lo recuerda como “un hombre extraordinariamente amable y un soberbio escritor de relatos cortos”. Como oro en paño, guarda un ejemplar manuscrito de uno de sus cuentos, ‘La batuta’, y la carta adjunta, en la que Pereira le advertía de la fortuna que las universidades americanas estarían dispuestas a pagar por este tesoro.
De entre sus múltiples recuerdos con el escritor, Núñez destaca el discurso que Pereira dio en el día en que la Universidad de León (ULE) lo nombró Doctor Honoris Causa o los momentos en los que el escritor “reunía la patrulla” para visitar las bodegas de la calle del Agua. “Ponte el traje del Cristo, saca el coche de representación y vienes a Madrid a hacer tal o tal gestión”, recuerda que le decía el autor cuando se obcecaba en reclutar a algún ilustre como mantenedor del evento literario.
Contar y cantar
El último lugar de la ruta es el cementerio donde reposan sus cenizas, que acogerá una íntima ofrenda floral en el día en que se cumplan los cien años de su nacimiento. Ese mismo día, la iglesia de Santiago será escenario de una lectura de poemas de Pereira y del reparto de ejemplares de su último poemario, ‘Una tarde a las ocho’.
Para el plato fuerte de la conmemoración habrá que esperar a después del verano, cuando se estrene el espectáculo ‘Contar y cantar’, una obra de teatro apoyada por audiovisuales y marionetas, con música de María José Cordero. El montaje podrá verse el 15 de septiembre en el Teatro Bergidum de Ponferrada y el 20 de octubre en el Teatro Gil y Carrasco de Villafranca, con la previsión de llegar a otras ciudades como Madrid, Salamanca o Valladolid.