A tu teoría le falta calle

Jardineras de la Plaza de San Marcelo en León.

Horas después de la convocatoria de elecciones fui a comprar al súper. Tenía la nevera vacía pero, sobre todo, necesitaba escuchar: como les digo a mis estudiantes de creación literaria, un escritor tiene que estar en constante alerta porque todo lo que sucede a su alrededor puede ser susceptible de terminar en un libro. Y lo que escuché fue: vacaciones, vacaciones, vacaciones. Ninguna empleada del súper ni los compradores habituales que van a la hora de comer, cuando tienen hueco, como yo, estaban hablando de la necesidad de la convocatoria rápida, casi quirúrgica, a modo de segunda vuelta. Una táctica brillante pero poco comprensible para el grueso de la gente que lo único que sabe es que tiene una o dos semanas al año para intentar olvidar el calvario cotidiano de trabajar mil horas a cambio de migajas.

Hace apenas una semana participé en un evento con emprendedores y empresarios. Gente que aprecio y admiro muchísimo y que adoro escuchar con atención para aprender de su ingenio. Uno, que había sido artífice de varias empresas grandes en otro país, me dijo que en España ni lo intentaba porque con tanta regulación e impuestos no vale la pena ni empezar. Otra, que cuando logró sus primeros ingresos casi la asaltan porque no tenía claro cómo eran las finanzas que tenía que llevar a rajatabla. Primera conclusión: por mucho que yo crea en que los impuestos son absolutamente necesarios, no puedo ahogar a quien tiene la iniciativa de arrancar un proyecto propio. Y en España necesitamos iniciativa privada más que comer porque dentro de poco habrá más funcionarios que gente. Otra cosa es buscar todo el peso de la ley para las grandes multinacionales y empresas que van mucho más allá de las pymes humildes. Los pequeños autónomos tiemblan con las subidas del salario mínimo y con los contratos indefinidos. Y es normal. Segunda conclusión: por mucho que yo crea en ampliar los derechos de los trabajadores, no puedo ahogar a quienes toman la responsabilidad de agrandar sus negocios generando más puestos de trabajo a nivel local. Convendría flexibilizar la persecución a la pequeña empresa y atacar con dureza a quienes pueden sostener mayores catástrofes. 

Es curioso que en un mundo tan desarrollado tecnológicamente e hiper segmentado a la hora de realizar campañas políticas de alto impacto, no tengamos la misma necesidad de aplicar estas estrategias en la implantación de la ejecución de unas leyes que sean iguales para todos, sí, pero diferenciadas por tramos. 

Mucha gente lleva meses esperando que le den una cita con el médico especialista. Va a hospitales saturados con médicos sobrepasados por las circunstancias: profesionales que aún no se han recuperado de la devastación emocional y agotadora de la pandemia. En la tele, mientras tanto, te bombardean con imágenes de médicos que parecen salidos de una playa paradisíaca, con un bronceado perfecto y una sonrisa que no les cabe en la boca. Toda su atención por menos de 20 euros al mes. Lo que no te dicen es que el día que tengas una operación urgente y grave no te la vas a poder pagar porque tu cuota mensual no cubre la realidad. Sólo el anuncio de mentira. Pero quién quiere pensar en eso mientras esté más o menos sano y crea, como todos creemos, que lo grave le pasará a otro. Vale para la salud pero también para todo lo demás. 

Soy una defensora de la justicia social, de los impuestos y de los servicios públicos. Además, soy escritora. Y lo primero que tienes que saber para que alguien compre tu historia es que tienes que crear un pacto de ficción, es decir, que quien te lea acepte que lo que le vas a contar es creíble. La izquierda no lo es porque el contexto neoliberal en el que sobrevivimos nos ha narcotizado. No hay teoría que valga: salgan a la calle y pongan en su discurso lo que hay y lo que no podrá haber si quienes gestionan lo público no creen en ello. Pero, sobre todo, no apliquen la ley como si no conocieran el siglo XXI. Segmenten, sean creativos, escuchen al pueblo ahora que es tan fácil escucharlo y actúen en consecuencia. Mañana es tarde.

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