Centrales de biomasa: es imprescindible un debate público

Montañas de biomasa para quemar en una de las llamadas 'redes de calor', que son centrales de incineración.

La propuesta de construir una central de calor en Puente Castro es el cuarto intento en los últimos años de instalar una planta de biomasa en el Alfoz de León. El discurso oficial defiende que la combustión de biomasa es un proceso limpio y que no contamina. Sin embargo, según diferentes estudios científicos, presenta serios inconvenientes en lo que respecta tanto a la contaminación del Medio Ambiente, como a la afectación de la salud de las personas. La biomasa en sí, es una especie de carbón de muy baja calidad y como tal su combustión es más contaminante que la del carbón.

Desde ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono) entendemos que hay una serie de problemas asociados a la puesta en marcha de las centrales de biomasa (Cubillos del Sil, Ponferrada, Puente Castro, etc.), que deberían de debatirse en público para valorar todos los puntos de vista posibles y despejar cualquier duda. Nosotros planteamos tres posibles impactos.

Sobre la salud de la población

Como defensores de la salud colectiva por encima de los intereses particulares, y ante cualquier discrepancia, defendemos la prevalencia del 'principio de precaución'. El Ayuntamiento de León debe de hacer público cuanto antes toda la información relativa al tipo de instalación y de qué tipos de madera se alimentará. De cualquier forma, la combustión de biomasa provocará importantes problemas de salud en la población. Las sustancias resultantes de las emisiones están catalogadas como carcinógenas, teratógenas y mutagénicas según diferentes estudios. Independientemente de los filtros utilizados, las partículas más peligrosas para la salud son las de menor tamaño (menores de 2,5 mg y ultrafinas), difíciles de retener y mucho más peligrosas porque pasan a la sangre saltando la barrera de los alvéolos pulmonares afectando a todos los órganos y tejidos.

  • Defendemos la necesidad de monitorizar todas las sustancias emitidas. Tanto en fase gaseosa, como de partículas, ya que si no se conocen es imposible establecer la correlación con las afecciones a la salud. Por otra parte, las sustancias emitidas, al envejecer en la atmósfera, se convierten en aerosoles orgánicos secundarios que es necesario también tener en cuenta por su impacto en el medio ambiente y en la salud. Como síntesis, cáncer y enfermedades respiratorias son el precio de la quema de biomasa. En este sentido, proponemos al Ayuntamiento un debate público sobre la afección a la población de los contaminantes que va a producir esta industria.
  • Sobre los bosques autóctonos y el almacenamiento de carbono. Aun sin conocer el tipo de material empleado para alimentar la combustión, ya sean coníferas de repoblaciones ya existentes, ya sean especies autóctonas, se nos abren diversos interrogantes. En el caso de ser utilizadas especies autóctonas (por lo general, de crecimiento lento), tras su tala, con toda seguridad serían reemplazadas por especies de rápido crecimiento con lo que conlleva de pérdida de biodiversidad para nuestra provincia, y la conversión de nuestros bosques autóctonos en “fábricas de virutas”.  Por otra parte, la combustión de biomasa no es “carbono neutro” como se pretende hacer creer. Cuando se quema masa forestal, se emite a la atmósfera inmediatamente el carbono almacenado en la madera. En cambio, en la descomposición de la leña en el suelo, solo una parte del carbono va a la atmósfera y de manera fraccionada, durante los años que dure la descomposición, la otra parte se incorpora al suelo como nutriente, reduciéndose considerablemente la emisión de carbono. Es más, cuando se incinera madera, las emisiones de dióxido de carbono, metano y óxido de nitrógeno, son más altas que cuando se incineran otros combustibles, entre ellos la antracita y el lignito. El incremento de las emisiones de carbono, en un momento de emergencia climática por el calentamiento global, va en contra de los objetivos de reducción de emisiones para mitigar el calentamiento global. Recordemos que, a mediados del siglo XIX, la quema de leña se elevó a niveles tales que Europa occidental quedó casi completamente deforestada. Irónicamente, el aumento de la quema de carbón salvó la situación. Ahora parece que queremos volver a la misma situación. Debemos de preservar (y aumentar mediante repoblaciones de especies autóctonas que almacenan más carbono que las plantaciones de especies industriales) la madera como un medio de almacenar el carbono.
  • Sobre las repercusiones en las localidades más cercanas. La instalación de una industria de estas características implicará el incremento de los flujos de transporte en la zona para acarrear los materiales. No conocemos la capacidad de la caldera, pero la prensa ha publicado que sería de 75 megavatios, lo que requerirá grandes acopios de madera que deberá de ser transportada desde decenas de kilómetros, incrementando la contaminación para la población de la zona por las emisiones del propio transporte. Esto en un contexto incierto de disponibilidad de diésel por los actuales problemas de abastecimiento y el propio pico de su producción, problemas que se incrementarán con la entrada en vigor de las sanciones al diésel ruso, que inevitablemente dispararán los costes de transporte.  

En un contexto de reducción continuada de la disponibilidad de energía, lo que proponemos es un debate social sobre cuáles son los sectores fundamentales que como sociedad tenemos que mantener. El decrecimiento ya es un imperativo, y en ese debate entendemos que lo primero es valorar que consumos energéticos no son imprescindibles, o son secundarios. Hoy día realizamos un elevado consumo energético que en gran parte es innecesario, aparte de producir daños al medio ambiente.

Diferentes autores defienden que es posible reducir el consumo energético en un 80 % respecto al actual sin perder calidad de vida en los elementos básicos. Y esto es preciso realizarlo mediante un debate democrático, decidiendo entre todos lo que es imprescindible mantener (vivienda, alimentación, atención sanitaria…), suprimiendo lo innecesario y superfluo. Eludir el debate nos llevará a un decrecimiento forzado, en el que muy posiblemente una minoría dominante va a mantener sus escandalosos consumos mientras la mayoría de la población va a sufrir lo indecible. 

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