El Castillo de Ponferrada, cien años como Monumento Nacional que marcan un camino hacia el esplendor

Laura Sánchez / Agencia ICAL

El 7 de febrero se cumplirá un siglo desde que el castillo de Ponferrada fue declarado Monumento Histórico Artístico, Monumento Nacional. Si bien no fue hasta siete días después cuando el acuerdo se publicó en la Gazeta de Madrid, el boletín de la época. 

Era el año 1924 y habían pasado más de 30 desde que se había solicitado esta figura de protección para una fortaleza que permanecía en ruinas y que, a pesar de ser el centro de la villa de Ponferrada, era prácticamente un desconocido para los ciudadanos que convivían con él. Un castillo del que no se sabía prácticamente nada, más allá de ser escenario de la novela romántica ‘El Señor de Bembibre’, escrita por Enrique Gil y Carrasco.

Languidecía desde el siglo XVI. Se había convertido en un montón de piedras, muchas de ellas esquilmadas para levantar otras construcciones. Una ruina que algunos sí quisieron proteger, pero fue difícil en un siglo XIX convulso y donde la población estaba más preocupada por sobrevivir que en conservar un edificio que para ellos no era nada. 

En ese contexto social y económico fue el entonces alcalde Isidro Rueda, en 1890, quien solicitó a la Comisión de Monumentos Artísticos e Históricos de León la declaración del castillo como Monumento Nacional y entregó las llaves de la fortaleza a sus responsables. Esto frenó la intensidad de los expolios de años anteriores, pero no pudo impedir, por ejemplo, que se arrancasen jambas de las puertas. 

“En la segunda mitad del siglo XIX había una grave crisis. Fue un período crítico y eso va a afectar al castillo. Hay sucesivos alcaldes, las corporaciones se van cambiando muy rápido y cada alcalde toma una decisión distinta”, explica el director de la fortaleza, Javier García Bueso. “La ruina interior hace que el edificio sea prácticamente indescifrable para los vecinos”, añade.

Durante años la gente destrozó gran parte de la fortaleza. Incluso se utilizaron sillares del castillo para construir la nueva torre de la iglesia de San Andrés, según desvela el historiador Vicente Fernández ‘Tito’ en su libro ‘Ponferrada artística y monumental’, donde también atribuye a los Marqueses de Villafranca un intento de venta entre 1853 y 1856, que se truncó gracias al propio Ayuntamiento de la ciudad. 

Pero sin duda lo que más ‘enmascaró’ al castillo fue la construcción de casas en el foso situado en la actual calle Gil y Carrasco, por entonces llamada calle de La Fortaleza. “Es invadido por viviendas. Socavan las cimentaciones porque hacen bodegas. Los vecinos dejan de ver el castillo para ver una calle con casas”, cuenta García Bueso. A esto se añade la construcción de Las Cuadras, en 1848, y varios tendejones, ya que aquí se ubicaba el mercado, también el de ganados. “Ésta será la calle de las tiendas. Por ella pasan los arrieros porque es una vía comercial muy importante”, subraya el director.

La llegada de la filoxera, enfermedad que arrasó los viñedos a finales del siglo XIX, acrecentó los problemas de Ponferrada, y también los del castillo. “Hay un vaciamiento demográfico. El Ayuntamiento no puede pensar en el castillo, dada la situación económica”, lamenta Bueso. “Ahora es muy fácil interpretar, desde nuestros ojos, lo que ocurrió en ese momento y culpar del abandono a las sucesivas corporaciones, pero no le podemos imputar la responsabilidad de esa forma”, advierte. En 1892 llegó a la alcaldía de Ponferrada Alfredo Agosti y con ello se inició una nueva etapa de destrucción y vandalismo. “El nuevo alcalde reclamó las llaves y como no se las dieron, abrió violentamente la fortaleza y puso nuevas cerraduras”, explica.

A lo largo de las últimas décadas del siglo XIX, y gracias a las denuncias de esta Comisión, las autoridades de las villa fueron obligadas a hacer algunas obras, pero apenas había dinero. La llegada del siglo XX no cambió demasiado la situación, pero la revolución industrial y la empresa MSP supusieron el cambio radical de una ciudad que, hasta entonces, se centraba en el casco antiguo, que se fue abandonando progresivamente según fue creciendo y expandiéndose. 

1924, Monumento Nacional

Después de siglos de abandono, y pasados más de 30 años desde que Isidro Rueda solicitase la protección del castillo, la Comisión Provincial de Monumentos de León volvió a solicitar la figura de Monumento Nacional para la fortaleza berciana. El 7 de febrero de 1924 el castillo de Ponferrada fue nombrado, de forma oficial, Monumento Histórico Artístico. La decisión se publicó en la Gazeta de Madrid el 14 de febrero. Una figura que, sobre el papel, debía proteger la construcción e, incluso, comenzar a recuperarla, pero la realidad fue muy distinta. 

España estaba inmersa en la dictadura de Miguel Primo de Rivera y después llegó la Segunda República y la Guerra Civil española, lo que sumió al país en otra grave crisis. Con la posguerra comenzaron a llegar algunas inversiones, aunque muy pequeñas. 

El verdadero cambio llegó en los años 80, cuando, con la democracia, se redactó la Ley de Patrimonio. A finales de esa década empezó a llegar dinero de Europa y Ponferrada solicitó ayuda a los fondos EFTA, con los que se pudieron acometer las primeras grandes obras en la fortaleza. Lo más destacado fue la reconstrucción del Palacio y con ello se recuperó también el esplendor del Casco Antiguo. “El corazón de Ponferrada volvió a latir”, dice García Bueso. 

En el año 2010 las puertas de la fortaleza se abrieron al público y desde entonces han pasado por él 1,97 millones de personas. Las obras se completaron en 2021, con la recuperación del Castillo Viejo, aunque todavía queda trabajo por hacer, como la excavación del patio, donde hay restos de construcciones romanas, según explica el concejal de Turismo y Patrimonio de Ponferrada, Iván Alonso. 

“El castillo es ahora mismo el mayor referente, desde el punto de vista de las visitas, de las fortalezas del norte de España. Para nosotros es un buque insignia. Su recorrido durante estos 100 años ha sido muy distinto y cambio su suerte en el momento que como Monumento Nacional se protegió”, dice el concejal. “Es un símbolo de todo el Bierzo”, añade.

Lo más importante, según Alonso, es que es un “edificio funcional” que sirve para eventos y distintas actividades culturales y patrimoniales. “Es un icono visitado incluso por productoras y televisiones nacionales e internacionales. Tiene una gran historia”, finaliza. 

Los usos

A lo largo de todos estos años el Castillo tuvo muchos usos, como el de huerta y cantera. A principios del siglo XX se intentó convertir en campo de fútbol. Y en la posguerra albergó un campamento militar y aparatos meteorológicos. En los años 80 del siglo XX fue escenario de muchas obras de teatro de la compañía Conde Gatón y también de conciertos.

Hoy en día alberga la exposición de libros facsímiles, cedidos por Antonio Ovalle, Templum Libri, cuenta con una biblioteca templaria y cada año acoge representaciones teatrales y conciertos.