El empeño de dos pueblos del Torío por construirse un cielo de madera para devolver la vida a su vieja parroquia

El nuevo artesonado artesanal de la iglesia que comparten Abadengo y Palacio de Torío.

Redacción ILEÓN

26 de abril de 2025 10:01 h

La Virgen de la Encarnación ha estado más cobijada que nunca. Y los vecinos de los pueblos leoneses de Abadengo y Palacio de Torío, ambos del municipio de Garrafe de Torío, no caben en sí de orgullo. El motivo es el impresionante esfuerzo colectivo que ha dado una nueva vida a su parroquia común, la de San Andrés Apóstol, construyendo nada menos que un 'cielo' de madera, un precioso artesonado que se nutre de la tradición de siglos de técnicas de carpintería.

La talla fue llevada hace poco en procesión hacia la iglesia, por espacio de una semana. Y fue entonces cuando los dos pueblos se hermanaron para admirar por primera vez el enorme fruto de su propio empeño. La nueva cubierta de madera que no solo protege el altar y a los feligreses, sino que sus dibujos geométricos simbolizan el esfuerzo colectivo de un pueblo que se negó a dejar morir su templo. Al contrario, darle la promesa del cielo, del techo eterno.

El edificio es una construcción del siglo XVIII los vecinos lamentaban que había sufrido un deterioro progresivo a lo largo de muchas décadas. Pero donde muchos veían ruinas inevitables, tres vecinos cabezones vieron la oportunidad de hacer algo grande como la suma de esfuerzos más pequeños. Los soñadores eran la periodista Carmen Valbuena, el pedáneo Óscar Fernández y el artesano de la madera conocido como 'Frank', llamado en realidad Wieslaw Jan Zabek, un incombustible polaco que ha hecho de Palacio de Torío su hogar. Y lo que comenzó como un sueño imposible acabó convirtiéndose en una realidad palpable, gracias al empuje vecinal y a la recuperación de técnicas tradicionales de carpintería.

Las juntas vecinales de ambas localidades sufragaron el coste de la madera, mientras que la cubierta fue diseñada y construida en el Taller de Carpintería del Centro de Oficios del Ayuntamiento de León durante el verano de 2023. No era la primera vez que el taller protagonizaba una intervención de esta magnitud: un año antes, sus maestros Ricardo Camba y Agustín Castellanos fueron galardonados con el premio Richard H. Driehaus de Artes de la Construcción, por su labor en la recuperación y transmisión de la tradición ebanista española.

Alumnos de toda España

La armadura de cubierta fue levantada como ejercicio práctico dentro del curso de verano de Carpintería de Armar, en el que participaron 24 alumnos procedentes de toda España. Profesionales, técnicos y aficionados aprendieron no solo a construir sino a recuperar una forma de entender el patrimonio que combina belleza, funcionalidad y respeto por la historia.

La imponente estructura es de madera de pino y abeto alistonado, presenta un acabado con laxur al agua y responde a una técnica muy usada desde la Edad Media en la península: una armadura a dos aguas con faldones realizados mediante par y nudillo, con estribado atirantado, dobles tirantes sobre canes moldurados y decoraciones geométricas de lacería en estrellas de ocho puntas. Una auténtica obra de arte estructural.

Al conocer la magnitud del proyecto, el Obispado de León decidió financiar la colocación de la cubierta en la nave central. El resto de la intervención, desde la restauración de la cúpula del altar hasta el revoque de paredes y la instalación eléctrica, corrió a cargo de varias donaciones, algunas de ella anónima, el trabajo vecinal común y también una subvención de la Fundación CEPA González Díez.

Para coordinar la recaudación, se creó la Asociación San Martino, que no paró un minuto: organizó concursos, rifas, calendarios y otras actividades. Cada gesto, cada euro y cada hora de trabajo voluntario sumaron en un proyecto, que ha sobrepasado en total los 100.000 euros de inversión.

La empresa Zabek Estructuras, con 'Frank' al frente, se encargó del montaje, como ya hiciera en la recuperación del artesonado de la iglesia de Valcabado del Páramo, una joya que estuvo a punto de perderse. Pero en esta ocasión había un ingrediente especial: la emoción de construir no solo una cubierta, sino una historia de orgullo, identidad y recuperación de un esplendor perdido.

La armadura de Palacio y Abadengo demuestra que, cuando se aplican con rigor y cariño las técnicas tradicionales de la carpintería española, no solo es posible recuperar el patrimonio, sino hacerlo de forma sostenible, participativa y de la que sentirse muy orgulloso. Sin duda alguna, se han ganado el cielo, un bello cielo artístico y de madera.

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