Desvelado el misterio de la lápida de un soldado de la Legio VII: localizada en la muralla tras estar siglos 'desaparecida'

La Muralla Romana de León en la Era del Moro, a la derecha de la imagen la colección de estelas descubierta.

Jesús María López de Uribe

¿Puede una piedra ser protagonista de un misterio histórico? Pues sí. Y por poderlo, lo puede ser también un conjunto de ellas... y la propia enorme construcción de las que forman parte.

Este es el caso de parte de una lápida funeraria enclaustrada en la Muralla Bajo Imperial de León, la de los cubos, en la zona recién restaurada de la Era del Moro, referida a un legionario de la Legio VII Gemina del siglo II después de Cristo que se encuentra en la zona norte de la muralla romana justo en el primer lienzo de la esquina noreste dentro de una colección de varias piedras labradas.

En concreto, es la cuarta que refiere el epigrafista Jorge Sánchez-Lafuente en un artículo publicado en Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra junto al arqueólogo Fernando Muñoz Villarejo, que dirigió las obras de restauración de la zona. Es parte de una estela (una piedra labrada) que dedica un personaje desconocido… “a su hermano Emilio Flavo, soldado de la Legio VII Gemina, de 25 años de edad”.

La lástima de esta colección de estelas es que no se sabe más de sus inscripcions porque las estelas está agujereadas, como muchas de las demás, porque allí se colocaron las vigas del tejado del Molino Sidrón (y más tarde tapadas por el taller mecánico que hubo allí hasta hace dos años) y se perdió parte del texto. Esto muestra cómo antaño se observaba de forma muy diferente lo antiguo, despreciándolo porque la vida era más dura y no estaban las cosas para conservar lo que parecía inútil.

En este descubrimiento se consigue aparentemente muy poca información, pero una piedra sugiere muchas cosas. De hecho, para conocer la historia del campamento romano que se ubicó en lo que luego sería la ciudad de León, han sido necesarias esas piedras localizadas por los arqueólogos para cotejar la época de cada yacimiento. Así avanza la Ciencia Histórica, desmintiendo mitos, tal y como el descubrimiento de los barracones de la Legio VI Victrix en la Casona de Puerta Castillo desmontó el de que León había sido fundada por la Legio VII Gemina. En realidad, el campamento legionario había sido instalado entre el Torío y el Bernesga casi un siglo antes. La arqueología aporta pruebas y cambia la Historia, al igual que las ecuaciones matemáticas cambian el concepto del Universo y todos aplauden. La ciencia avanza de esta manera, por lo que aquello de “me cambian la Historia” es lo más normal cuando se unen arqueología, conocimiento e investigación de expertos e inversión cultural en ello a lo largo del tiempo; y es bueno celebrar y compartir el nuevo conocimiento como algo valioso de forma distinta a lo que nuestros antepasados hacían.

Y a veces los descubrimientos también desvelan pequeños misterios. Esta piedra referida a Aemilius Flavius se conocía, pero no se había visto. Estaba perdida. Un estudioso alemán Emil Hübner, la citó en 1871 porque la había visto en una colección de listas del humanista del siglo XVI Alejandro Bassiano en el Vaticano. Sin embargo, aunque se conocía, nunca se pudo ver porque la construcción del Molino Sidrón sobre la muralla (y la permanencia del taller mecánico hasta hace pocos años) la tapaba.

“Con los trabajos de restauración, Fernando Muñoz Villarejo, me llamó y me contó que posiblemente habíamos encontrado la lápida que nadie había visto”, explica Jorge Sánchez-Lafuente a ILEÓN. “Así que hemos podido determinar que sí era esa y que había estado oculta por la construcción que ahora se ha retirado de la muralla, lo cual es desvelar un pequeño misterio más que a la gente puede parecerle poca cosa, pero a los estudiosos nos parece muy interesante”, explica el experto.

Interpretación de la lápida del legionario Aemilius Flavius

Pero esta monumenta funeraria número 4 tiene esa doble historia. Según las conclusiones del epigrafista Sánchez-Lafuente esta estela de 75 por 58 centímetros se encuentra “mutilada en su parte superior. Por causa de esa rotura, el campo epigráfico que se encuentra hoy en la cabecera, aparece rebajado y con una perforación para la inserción de una viga realizada en época moderna. Bajo el campo epigráfico (de 44 por 51 centímetros) discurre una cenefa de rombos y bajo esta se sitúa un panel rebajado y liso, repicado en su lado inferior. Esta superficie lisa pudo contener algún tipo de decoración pictórica”. En particular, su interpretación técica apunta que, debido a la la rotura, “no se conserva la parte superior con la probable invocación inicial ni el nombre del dedicante. Al inicio de la primera línea parece haberse ejecutado una hedera que monta prácticamente sobre la primera letra de la segunda línea. Al final de esta primera línea se conservan en el extremo inferior, al menos tres letras de muy dudosa lectura (propone ¿[---]eli[-c.1-]?). Sorprende la ausencia de pautado al final de las tres primeras líneas y el distanciamiento de las últimas letras, se diría que fueron incorporadas en un retoque posterior. El nombre del difunto aparece ya diptongado en la E inicial”.

En el conjunto hay otra lápida con inscripción más o menos entendible. La número 2, que dice: “A los Dioses Manes Sergia Arocia a Domitio […]” una inscripción dentro de una “estela en piedra caliza mutilada en su lado derecho y en la parte inferior y superior. Cabecera circular decorada con disco de radios rectos más profundos al alejarse del centro. Bajo ella y encima de la cartela, hay un panel de estructuras romboidales con un labrado que ofrece un efecto visual de estrellas”. La interpretación continúa: “Se desconoce la continuidad del texto por la rotura del bloque que debería consignar presumiblemente una breve laudatio, la edad y una fórmula final. El nomen Sergia es común especialmente en la costa mediterránea y en zonas muy romanizadas”.

En las dos únicas estelas legibles solo es identificable el parentesco en la cuarta dedicada por su hermano. En el estudio epigráfico Sánchez-Lafuente indica que se puede “suponer que los dedicantes de las estelas presentadas habitan en las proximidades del campamento. Sin dejar de recordar que su hallazgo en los lienzos de la muralla difiere de su emplazamiento original, su ubicación actual puede ofrecer pistas que hoy por hoy se nos escapan. La responsabilidad de la familia nuclear sobre la erección de estos monumenta en el contexto de Legio VII cuenta con una representación escasa, vemos que aparecen madres y hermanos con siete ejemplos de cada caso”; que cita Juan José Palao Vicente en su tesis sobre la Legio VII Gemina. “Los dedicantes de las estelas con el texto perdido, como en el caso de la estela n.º 2, cabe deducir que habitan en la proximidad comarcal. Por otra parte, no se infiere que los finados hayan fallecido fuera del entorno del Campamento”, apunta el epigrafista.

Las demás lápidas en este pequeño museo de estelas al aire libre, pese a estar muy dañadas algunas, muestran una serie de elementos decorativos que llaman la atención de los expertos. “Son varios elementos decorativos relacionables con otras piezas legionenses; singularmente con otra estela que tampoco conserva el texto, depositada en el claustro de San Marcos, del Museo de León con número de inventario 31135 (como se ve en la imagen de arriba a la derecha). En ambas coinciden los laterales del bloque con la representación de sendos tallos ascendentes con hojas. Además, ambas ofrecen cierta similitud en la resolución de la cabecera, donde unas rosetas algo irregulares circundan un motivo central. La irregularidad de esos pétalos de las rosetas se ajusta al espacio disponible, tratando de rellenarlo y dando la impresión de triangulares. En el caso de la estela recién descubierta, como ya se indicó, no es clara la roseta que inscribiría a otra menor, mientras que el rosetón de la estela de San Marcos no ofrece dudas. Además, enmarca esa cabecera, bajo las rosetas, una guirnalda central con motivos similares a lo que podemos identificar como un 'tallo triple' acaso con floración central y varios tamaños.

En el Natalicio del Águila, cuando la Legión VII cumple 1.955 años de historia, el descubrimiento en 2021 de unas lápidas y la recuperación de un espacio (que deja un pequeño museo de estelas a simple vista) muestra cómo las piedras hablan del León Romano del que tan orgullosos se sienten los legionenses.

Referencia: si quiere leer al completo el artículo en el que se explican más a fondo las estelas encontradas en el lienzo del cubo N1 de la Muralla Bajo Imperial de León, lo puede hacer aquí: Jorge Sánchez-Lafuente Pérez y Fernando Muñoz Villarejo. 'Nuevas inscripciones de época romana procedentes de la Era del Moro (León)'. Revista Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra (Volumen 31, 2023) | DOI: 10.15581/012.31.009.

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