Las municipales del 28M han dejado un auténtico e insólito vuelco electoral en Cabrera, despoblada comarca de la provincia de León que tiene una de las densidades de población más bajas de Europa con 3 habitantes por kilómetros cuadrado y amenazada por macroproyectos de energía renovable. Los vecinos de Castrillo de Cabrera y Encinedo han dado la espalda en las urnas a sus alcaldes de toda la vida que pusieron la alfombra roja a los especuladores energéticos.
Los históricos Tomás Blanco (PSOE) y José Manuel Moro (PP) llegarán al 17 de junio como alcaldes en funciones de Castrillo de Cabrera y Encinedo, pero el bastón de mando dejará de estar en sus manos tras dos décadas de gobiernos con mayoría absoluta.
El socialista Tomás Blanco llegó a la Alcaldía del municipio de Castrillo de Cabrera de poco más de un centenar de habitantes en 2003 y está a punto de abandonarla de la manera más ingrata posible. Después de veinte años como alcalde con mayoría absoluta, los últimos ocho con todos los concejales de la corporación municipal, el pasado domingo su nombre fue el menos marcado con una 'x' en la lista abierta con la que se deciden los Ayuntamientos más pequeños como el suyo.
Tan solo lo votaron 35 de los 117 vecinos con derecho para hacerlo. De su candidatura del PSOE, tan solo consiguió representación el que iba como número dos, Francisco Valle, que se quedará como único representante de la oposición en una corporación que ha ganado por primera vez y por mayoría el PP, con cuatro ediles.
En el municipio de al lado y un poco más grande, Encinedo, con un censo de seiscientas personas, el 'popular' José Manuel Moro reconoce a este medio que tiene “muy muy pocas posibilidades, por no decir que ninguna” de seguir siendo el alcalde. Elegido por primera vez en 2007, y por mayoría cada cuatro años desde entonces, el domingo la lista del PP que lleva encabezando cerca de dos décadas empató a tres concejales con la de UPL y será el candidato electo del PSOE quien decida el nuevo regidor.
El domingo había ganas de votar en Cabrera y cambiar su futuro, si es que todavía pueden. La participación fue del 80% y tan solo se registraron dos votos nulos, uno en Castrillo de Cabrera y otro en Encinedo.
Connivencia con los macroproyectos renovables
Los todavía alcaldes cabreireses, tan solo por un puñado de días más, habían mostrado su connivencia con los macroproyectos de energías renovables planteados en la comarca. De manera especial y vehemente fue su defensa para la instalación de una megacentral hidráulica reversible en el cauce del río Cabrera que negociaron de manera telemática con la gigantesca Capital Energy en plena pandemia de coronavirus y sin que lo supiesen sus vecinos, como desveló ILEÓN.
El polémico proyecto plantea crear un embalse artificial de siete hectómetros cúbicos de agua sobre una montaña, tunelar ésta hasta llegar al río en el que se construirá una presa para formar otro embalse de agua igualmente artificial, y que el salto de agua para mover una gigantesca turbina para generar energía eléctrica sea soterrado. A una distancia de 200 metros de los Canales Romanos y a 20 kilómetros de Las Médulas, la mina de oro a cielo abierto más importante del Imperio Romano y reconocida como Patrimonio Mundial de la Unesco.
Contra él, rápidamente se posicionaron asociaciones ecologistas como Cabrera Despierta, Aems Ríos con vida y Cabrera Natural, que lo tildaron de “atropello ambiental, social, cultural y económico”, y varios partidos políticos que llevaron el debate a las Cortes de Castilla y León.
Ambos argumentaron a este medio, en ese momento y también ahora, las bondades que solo ellos parecen ver a la iniciativa que Tomás Blanco reconoce abiertamente que le ha costado la Alcaldía aunque José Manuel Moro prefiera pensar que no, para apostillar, acto seguido, que de ser así: “si estoy de acuerdo con algo no tengo por qué decir lo contrario”.
“Así es la democracia y hay que respetarla”. Les toca cerrar una etapa política de dos décadas después de perder la confianza de sus vecinos por un macroproyecto energético que quisieron vender como la única oportunidad de salvación para la despoblada comarca que lo recibió como una hipoteca de lo único que les queda, el patrimonio natural, el turismo y los aprovechamientos tradicionales de sus recursos.