El Albergue San Nicolás de Flüe de Ponferrada cumple 25 años acogiendo a los peregrinos del Camino de Santiago

Uno de los espacios del albergue San Nicolás de Flüe de Ponferrada, en el Camino de Santiago.

Laura Sánchez / ICAL

La hospitalidad es uno de los grandes valores del Camino de Santiago. Lo saben bien en los numerosos albergues que se encuentran a lo largo de la Ruta Jacobea, especialmente en el Camino Francés, el más importante. En esa ruta se encuentra Ponferrada y en esa ciudad los caminantes disfrutan, desde hace un cuarto de siglo, de uno de los albergues más importantes del Camino: el de San Nicolás de Flüe.

Fue el 6 de abril del año 2.000 cuando 11 peregrinos accedieron, por primera vez, a estas instalaciones. Y desde entonces han pasado 25 años y cerca de 600.000 personas en busca de un lugar para descansar y retomar su peregrinaje hacia Santiago de Compostela.

Pero, ¿cuál es el origen de este albergue? Para conocerlo debemos saber a donde se dirigían antes estos caminantes y remontarse a los tiempos de los Reyes Católicos.

Los albergues de Ponferrada

A finales del siglo XV los Reyes Católicos hicieron un viaje a Galicia para visitar sus reinos. Esta ruta les trajo hasta la capital berciana, que por entonces contaba con varios pequeños hospitales, que por aquellos tiempos no eran lo que hoy conocemos como hospital, sino que eran albergues, refugios, lugares donde se recogía y atendía a personas. “Todos esos hospitales malvivían. Por eso los Reyes Católicos decidieron hacer una refundación y formar uno solo, más grande. Fue el origen de lo que hoy conocemos como Hospital de la Reina”, explica el párroco y responsable del albergue de Ponferrada, Miguel Ángel Pérez. 

Así nació ese primer gran refugio, que hoy se ha transformado en un hospital moderno donde, no obstante, se sigue atendiendo a los peregrinos. “Desde siempre este hospital ha tomado como una de sus funciones lo de acoger a los romeros que por aquí pasaran. Hay una inscripción en uno de los muros del moderno hospital que recuerda esto”, añade Pérez. 

Ya a mediados de los años 80 del siglo XX el número de personas que recorrían el Camino de Santiago se había incrementado mucho. Eso llevó a que los diferentes sacerdotes de las parroquias por donde circulaba la Ruta Jacobea empezasen a pensar en nuevas formas de acoger a los peregrinos. 

En el caso de Ponferrada fue el rector de la Basílica de la Encina, Antolín de Cela, quien durante los veranos comenzó a habilitar las salas de la Casa Parroquial, que durante el invierno se utilizaban para impartir catequesis, como lugar para albergar a peregrinos. “Había apenas 20 plazas que eran insuficientes. Después el albergue se trasladó a una casa cercana a la Iglesia de San Andrés, que quedó partida cuando se trazó la Avenida del Castillo y ya fue inviable”, recuerda Pérez, quien también relata que el siguiente alojamiento se situó en la esquina de la plaza de la Encina con la calle Paraisín.

A mediados de los años 90 empezó a surgir la idea de construir un edificio destinado a ofrecer esa hospitalidad. “Antolín tenía una idea clara, que era que tenía que ser un lugar que estuviera cerca de una iglesia y cerca del Hospital de la Reina para que pudieran ser atendidos”, dice Pérez. Tras descartar una casa cercana a la Iglesia de San Andrés, se pensó en que la parcela donde se ubicaba el antiguo cementerio del Carmen podría ser el lugar idóneo. “Cumplía los requisitos. Estaba al lado de la capilla del Carmen y cerca del Hospital de la Reina. Así fue como el Ayuntamiento y la Iglesia llegaron a un acuerdo. Ambos cedieron terrenos. El Consistorio se encargó de construir el edificio y la Iglesia de amueblarlo”, continúa. 

Su construcción supuso una inversión de 80 millones de las antiguas pesetas, casi medio millón de euros, que se financiaron gracias al uno por ciento cultural que aportó el Gobierno de España. 

El acondicionamiento interior costó 20 millones de pesetas, 120.000 euros, que la Iglesia pudo pagar gracias a la aportación del matrimonio suizo formado por José y Úrsula Leutenegger, quienes quisieron colaborar. Precisamente el nombre escogido para el albergue de la capital berciana tiene que ver con ellos. “A la hora de pensar el nombre, pensamos en El Carmen, por la capilla y el barrio. Pero ellos nos dijeron que si era el albergue que iba a recibir a los peregrinos que van a Santiago, patrono de España, podríamos nombrarle con el nombre del patrono de Suiza, San Nicolás de Flüe. Y así lo hicimos”, recuerda.

El edificio se bendijo en septiembre de 1999, por el entonces obispo auxiliar de Santiago de Compostela, Luis Quinteiro, aunque no abrió sus puertas hasta el 6 de abril del año 2.000. 

Un gran albergue

San Nicolás de Flüe es uno de los albergues más importantes del Camino de Santiago Francés. Cuenta, actualmente, con 142 camas, aunque, en caso de necesidad, esas plazas se pueden incrementar en 80 más, gracias a colchonetas.

Y es que poco después de abrirlo, en julio del año 2.000, las plazas se quedaron pequeñas y fue necesario habilitar los sótanos con literas. “En el año 2010 llegaron a pasar por aquí 32.000 personas”, apunta Pérez, quien también explica que el número de peregrinos ha ido bajando ya que ahora Ponferrada cuenta con otros albergues privados a los que también se dirigen. 

A esto se suma el cambio que ha habido en el perfil del peregrino en este cuarto de siglo. “Al principio eran las buenas gentes que sabían a lo que venían, sabían lo que era el camino, lo que era el peregrinar y la acogida tradicional. Luego eso ha cambiado porque la sociedad ha cambiado”, dice Pérez. Y es que este espacio ofrece “lo básico”. Es decir, duchas, camas, mesas y baños, pero todo compartido. “Eso antes a nadie le extrañaba, pero ahora ha cambiado, especialmente desde la pandemia”, recuerda el responsable del albergue. La pandemia ha pasado, pero hay cosas que han quedado, como el deseo de tener un espacio propio o no compartir baño. “En un albergue esto no es posible porque no hay un baño o una habitación para cada uno. La gente empezó a demandar otras cosas”, apunta. 

Pérez también incide en que aquí “no se reserva plazas”. “Los peregrinos van ocupando su plaza según llegan. A veces nos llaman para reservar, y eso no lo hacemos”, explica. “Nadie se va a quedar fuera. Si estamos llenos, buscaremos nuevas opciones”, remarca. 

El párroco también lamenta que el Camino de Santiago se ha transformado en un producto turístico y ha perdido parte de su esencia, con peregrinos cada vez más exigentes y con una comercialización que conlleva que se cobre por todo. “Ha cambiado también que ahora estamos en una sociedad muy acelerada y quieren hacer el camino rápido y ese no es el espíritu. Hay que vivir la experiencia con el tiempo necesario”, recomienda. 

Actualmente el peregrino extranjero es mayoritario, con un 65% frente al 35% de nacionales. “Ahora hay peregrinos todo el año. Ha bajado el verano y subió el otoño y la primavera. Recibimos gente de Australia, Nueva Zelanda o Finlandia”, puntualiza. 

Además ahora también se recorren otras rutas. “Los estudios históricos muestran que a lo largo de la historia ha habido otros caminos que se han recorrido. Por ejemplo el Camino de Invierno, que nace cuando la gente llega a Ponferrada y se encuentra con que hay nieve en el Cebreiro y hay ríos desbordados y puentes derrumbados en la ruta. Por eso hay que buscar una alternativa: en vez de subir hacia El Cebreiro, vayamos bajando siguiendo el curso del río Sil”. 

La celebración

El albergue de San Nicolás de Flüe celebrará este aniversario a lo largo de todo el año, con diversas actividades que comenzarán el propio 6 de abril con una misa en la capilla del Carmen, donde se suele celebrar la eucaristía para los peregrinos durante el período estival. “Solemos empezar tras la Semana Santa, pero en esta ocasión lo vamos a adelantar”, explica Pérez. 

Además se pondrán en contacto con los colegios para invitarles a que acudan a conocer las instalaciones del albergue y se estudia la realización de un ciclo de conferencias para que todos puedan conocer la historia de la Ponferrada jacobea y de este edificio. 

En la mesa también está, aun sin fecha, la puesta en marcha de alguna exposición y un ciclo musical, donde se pueda escuchar desde canto gregoriano hasta “música más desenfadada”. 

Etiquetas
stats