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Ecologistas desmontan los “bulos” de la derecha para defender una ley que desproteja el lobo en España

Un ejemplar de lobo ibérico en el centro de estudio de Sierra de la Culebra

Raúl Rejón

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El Congreso de los Diputados acaba de ver la cristalización de cómo algunos partidos políticos catalizan la revuelta agraria que exige deshacerse de cortapisas ambientales a su producción. Este martes, el Pleno aprobó la toma en consideración de una ley específicamente diseñada para desproteger el lobo en España. En otras palabras: volver a autorizar las cacería de ejemplares. El motivo aducido es “la cohabitación con la ganadería extensiva”. Varios de sus argumentos han sido calificados de “bulos” por las organizaciones ecologistas.

Como una marea que va creciendo, las exigencias del sector primario para que se relajen las políticas medioambientales que les afectan están consiguiendo acciones políticas concretas. Si en la Unión Europea se camina hacia un debilitamiento de la agenda verde, en España la proposición para revertir por ley la protección del lobo ha conseguido quebrar la mayoría de investidura. El debate parlamentario ha agitado en el Congreso una serie de conceptos no respaldados documentalmente como la explosión demográfica de la especie, su preferecia intrínseca por el ganado o su agresividad hacia las personas.

Más manadas de lobos

El diputado del PP encargado de defender la proposición, Silverio Argüelles García, ha dicho en la tribuna parlamentaria que la población de lobos ha crecido notablemente: “En el año 2014 había 312 manadas y en el año 2023 más de 400”, avanzó sin citar de dónde salían esos datos aunque coinciden con los publicitados por el lobby de la caza Fundación Artemisán.

El propio texto de la proposición de ley escribe “la población del lobo es cada vez mayor, por tanto, no debería ser necesario mantener unas medidas tan estrictas de protección”.

Sin embargo, los recuentos que están haciendo las propias comunidades autónomas –remitidos al Ministerio de Transición Ecológica– no indican que la protección de los lobos haya supuesto una explosión en el número de manadas. De hecho en zonas como Galicia y Asturias, los censos de esos ejecutivos dicen que la población está “estabilizada”.

Hace falta matar lobos para que haya ganadería

El Partido Popular escribe en su borrador de ley que es “evidente” que no organizar batidas antilobo ha conllevado “un número creciente de ataques” a la cabaña ganadera. Argüelles García también aseguró que “la presencia del lobo hace imposible tener animales en extensivo para producir la leche” en algunas zonas como el área productora de Cabrales.

El portavoz de Vox, Ángel López Maraver, redobló la apuesta en el debate parlamentario y espetó que “el lobo mata por hambre y mata por placer. El mismo placer con el que este Gobierno está matando al campo, al mar, a los ríos al mundo rural sus gentes, costumbres y tradiciones”.

“El lobo ataca al ganado, cuando el ganado no está defendido por pastores o perros mastines. Si no, el lobo prefiere cazar ungulados silvestres como corzos o ciervos”, contesta la portavoz de WWF, Laura Moreno.

En este sentido, la última actualización del seguimiento de manadas que se hace desde el Parque Nacional de Guadarrama (y su zona periférica) mostró en marzo de este año que, desde que comenzó su estudio en 2017, el 80% de la dieta de los lobos es a base de ungulados silvestres (corzo y jabalí). El porcentaje de presas domésticas está invariablemente en torno al 20%. “No se trata de descartar por completo los ataques al ganado, pero sí queda probado que su consumo es muy residual”, describe el análisis. Que haya especies silvestres es, según concluye este artículo científico “la mejor herramienta disuasoria para evitar ataques al ganado y conflictos con este aprovechamiento tradicional”.

Una conclusión igual a la que había llegado este estudio de 2009 realizado en el Macizo Ourensano (Galicia) donde el 87% de la dieta era de ungulados salvajes, no de ganado. “Los lobos estudiados se alimentaron principalmente de ungulados silvestres mientras que los domésticos fueron ocasionales”.

El encargado de biodiversidad en Ecologistas en Acción en Acción, Theo Oberhuber añade taxativamente que “el PP miente descaradamente cuando dice que las poblaciones de lobos están aumentando y cuando dice que los ataques han aumentado, ya que no existe ningún informe científico ni censo que lo diga”.

Proteger al lobo pone en riesgo vidas humanas

En su defensa parlamentaria el PP y Vox han llegado a pintar un escenario de peligro para los humanos ante el crecimiento de los lobos. Literalmente, el diputado Argüelles García sentenció que “el lobo ataca en zonas cada vez más pobladas. Ya no solo pone en riesgo a los animales, sino que también pone en riesgo a las personas”.

Y un poco más allá, López Maraver de Vox subía el tono al decir que “no sabemos qué es lo que tiene que pasar, quizá que tengamos que meter en nuestros pueblos y ciudades a cientos de miles de lobos que maten a nuestros niños y nuestros ancianos para que se den cuenta”.

Lo cierto es que el último ataque de un lobo a una persona en España se documentó en Galicia en 1974. Hace 50 años, precisamente, la especie estaba en su peor momento en la península ibérica y, tras décadas de exterminio, la especie estaba “cercana a la extinción”, como han descrito los científicos.

La protección actual no tiene aval científico

El texto que se votó este martes expone que la inclusión del lobo en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (LESPRE) se realizó “sin aval científico”. Pero el Comité Científico de Flora y Fauna Silvestres de Transición Ecológica firmó un dictamen “por unanimidad” en 2020 que recomendaba la inclusión del Canis lupus signatus en ese listado por “su importancia como patrimonio cultural, científico, así como los servicios ambientales que produce la presencia de este carnívoro en los ecosistemas naturales”. También no recomendaba declararlo especie vulnerable en todo el territorio como finalmente no se hizo.

Fuentes del Ministerio de Transición Ecológica cuentan que “el PP pretende modificar la normativa nacional, para adaptarla a un marco europeo que a fecha de hoy solo existe en su imaginario ya que la directiva Hábitats no ha sido ni derogada, ni modificada. Y el sentido y alcance al que se llegue respecto a un cambio en el nivel de protección del lobo a nivel europeo no puede anticiparse”.

La batalla política

Sin embargo, la toma en consideración de esta nueva norma ha pasado el primer filtro parlamentario al unirse a los votos del PP y Vox el apoyo del PNV y Junts –además de la abstención de Bildu–. En esta cuestión del lobo, se ha roto la mayoría que invistió a Pedro Sánchez.

“Es un contraataque por razones políticas”, analiza Laura Moreno. En este sentido, la diputada de Sumar-Comuns, Júlia Boada, entiende que esta proposición “forma parte de la batalla cultural para ganar el campo en la que PP y Vox van a saco, pero que ahora PNV y Junts han entrado en el juego”.

El portavoz de Junts en el pleno lobuno del martes, Isidre Gavin, se alineó sin muchos matices al afirmar que “hay que revisar las políticas de protección de la fauna porque el resultado ya se conoce: cada vez hay más osos, más lobos, más jabalíes, más corzos y cada vez hay menos payeses y menos ganaderos y menos ganado pastando en nuestras montañas”. Boada, que también intervino este martes, considera que “se utiliza el lobo como munición política y se instrumentalizan los ataques del lobo a la ganadería”.

A cuenta del voto favorable de PNV y Junts, Oberhuber recuerda que “en Euskadi hay de 3 a 5 lobos, sin ningún grupo reproductor desde 2016. Y en Catalunya no hay conflicto alguno. Solo tienen los lobos que entran ocasionalmente desde Francia”.

La cuestión es que el mismo congresista popular confirmó cuál es la línea del partido al añadir que su política agraria pasa por “flexibilizar la Política Agraria Común (PAC) y las políticas medioambientales. Reducir la burocracia, suspender el impuesto al plástico y el pago de indemnizaciones de manera inmediata” –esto último es, en realidad, responsabilidad de las comunidades autónomas–.

Laura Moreno resume que, “el bulo es, en general, la imagen que se quiere transmitir del lobo como una especie dañina cuando es fundamental para el medio ambiente. Otorga más beneficios que perjuicios”. En la otra punta, el resumen lo ofrece la ultraderecha de Vox: “Saquen al lobo de la lista de especies protegidas, al norte y al sur del Duero”. Barra libre. 

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