Carracedo de Compludo, el pueblo sin alumbrado en un valle de eremitas que no perdió la luz en el gran apagón

Carracedo de Compludo es una localidad perteneciente al Ayuntamiento de Ponferrada.

César Fernández

2 de mayo de 2025 06:01 h

Hay varias paradojas en el hecho de que Carracedo de Compludo, una pequeña localidad del municipio de Ponferrada sin alumbrado ni saneamiento, se librara este lunes del gran apagón que afectó a la península ibérica. La primera, pero no la única, es precisamente que este pueblo enclavado en un impresionante escenario natural lejos de la ciudad tuviera suministro cuando no es tan raro que, sobre todo en los meses de invierno, sufra apagones derivados de su actual sistema en precario basado en unas placas fotovoltaicas que sustituyen al tendido eléctrico. Carracedo, en el suroeste de la provincia de León, pudo de alguna manera alinear su condición con Oseja de Sajambre, municipio situado al extremo nororiental ya en plenos Picos de Europa, dos islas energéticas que sobrevivieron a la caída del sistema.

El Valle de Compludo fue en su día feudo de eremitas como San Fructuoso, que fundó su monasterio en el siglo VII. Lo que buscaban era soledad y llevar una vida al margen de la sociedad. Ahora, en pleno siglo XXI, varias familias que han protagonizado un curioso caso de repoblación de una localidad que llegó a deshabitarse a mediados del XX se han hecho fuertes precisamente por su sentido de comunidad. Por eso, tras ver escenas como las de estanterías de supermercados arrasadas en las ciudades en apenas unas horas de incertidumbre, les asalta una reflexión. “Falta espíritu de solidaridad. Parecía un sálvese quien pueda”, determina Morgane Jaudou, vecina de nacionalidad francesa y componente del grupo de circo Maintomano a quien el apagón le pilló precisamente en el local de ensayo en Ponferrada.

Sin tendido eléctrico, sin saneamiento y sin asfalto en las calles, Carracedo de Compludo cuenta, sin embargo, con tecnología punta como la que permitió a José Manuel López, descendiente de la localidad que precisamente este lunes por la mañana se acercó desde León capital a preparar las tierras para cultivarlas, conectarse en tiempo real a distancia con su esposa, Judith Prieto, mientras la mayoría de españoles y portugueses tardaron varias horas. Acostumbrados a buscar maneras de sortear las precariedades a falta de una cobertura telefónica homogénea, instalaron en la casa del pueblo una antena parabólica con internet vía satélite, lo que le permitió a él llamar por whatsapp al mediodía a ella, que contaba con tecnología de respaldo en su trabajo, un laboratorio en Oteruelo. “¡Qué modernos!”, le dijo su jefe a Judith mientras sus compañeros se echaban las manos a la cabeza por la escena.

El alcalde de barrio de Carracedo de Compludo, Carlos de la Torre, compró hace 30 años casa en el pueblo. Nacido en Ponferrada, donde estaba este lunes cuando se cayó el sistema a las 12.33 minutos, esta situación excepcional no ha hecho más que asentar sus principios vitales. “Me ha reafirmado en mi decisión de vivir en el medio rural”, cuenta tras describir la secuencia de recoger a sus hijos al mediodía en la capital berciana todavía entre rumores sobre el origen y la extensión del apagón (“se comentaba de todo”), y, a falta de posibilidades de repostar, conducir con su vehículo en la reserva hasta el pueblo.

Allí, entre valles y montañas, palpó una mezcla de “escepticismo, temor y algún chascarrillo” sobre la posibilidad de que creciera en moradores esta localidad a la que llegó la luz en 2011 a través de unas placas fotovoltaicas instaladas por el Ayuntamiento de Ponferrada al no poder beneficiarse por no ser junta vecinal de un canon por la instalación en el entorno de un parque eólico.  

“Falta espíritu de solidaridad. Parecía un sálvese quien pueda”, dice Morgane Jaudou, vecina de Carracedo de Compludo ante las imágenes de estanterías de supermercados arrasadas en apenas unas horas

La situación se fue normalizando tras el corte de luz. Ponferrada, a media hora aproximada de distancia, fue de las primeras en recuperar el servicio en torno a las 15.30 horas, aunque luego sufriera un segundo apagón. El centro de León, a más de hora y media, lo hizo pasadas ya las 19.00.

De haberse prolongado la coyuntura, Judith Prieto habría marchado a la casa del pueblo, donde muchos días de invierno saca la comida a la calle o a la parte de atrás del domicilio cuando las placas solares no llegan para abastecer de energía y no se puede tirar de nevera. La despensa se ha convertido en la solución recurrente. “Allí tengo lo que yo llamo los ‘por si acasos’. Y esos ‘por si acasos’ los he trasladado a la vida diaria”, cuenta para citar desde la cocina de camping que tiene en el trastero de León como la batería portátil solar que ejerce de salvavidas tecnológico.

El sistema de placas fotovoltaicas que permite la autonomía energética de la localidad a falta de tendido eléctrico se averió en febrero de 2021. Sin que el Ayuntamiento de Ponferrada dotara de baterías de repuesto recicladas hasta mucho tiempo después, los moradores de Carracedo de Compludo están acostumbrados a sufrir apagones como el de este lunes, incluso de forma prolongada. Dotados de generadores y otras soluciones tecnológicas, se abastecen de lo básico a través de las huertas y pueden tirar de leña para calentarse y de cocinas de gas para preparar los alimentos, señala Morgane Jaudou, a la que esta situación le ha hecho rememorar el episodio de la pandemia. Y ahora que se ha puesto sobre la mesa la conveniencia o no de contar con un kit de supervivencia ante un hipotético escenario bélico, insta a cambiar la mentalidad: “Pero eso sería para una persona. No estamos pensando como sociedad, sino como individuos”.

José Manuel López ya no nació en Carracedo de Compludo, pero se recuerda de niño con el candil de carburo para iluminar las noches de una localidad inscrita entre flora y fauna, toda una garantía de supervivencia. “Lo que pasó este lunes me ha hecho reafirmarme en la idea de que, ante cualquier problema grande, el mejor refugio son los pueblos, es el medio rural”, sentencia con el convencimiento añadido de que existe un mayor sentido de comunidad que en las ciudades: “No hay un componente tan individual; todos se ayudan unos a otros”.

Como lo romántico no quita lo valiente, en Carracedo de Compludo insisten en reclamar soluciones que no los dejen al albur del sol, el que alimenta las placas fotovoltaicas que, en esta circunstancia concreta, fueron algo así como su salvoconducto tecnológico en un espléndido día de primavera en que se fundieron los plomos en la península ibérica. “Pero esto no es la panacea. Seguimos teniendo un sistema precario. Y hacen falta inversiones”, demanda el alcalde de barrio sin dejar de remarcar “hasta qué punto resulta importante ser independiente” al poder contar con recursos de la naturaleza como la huerta o las fuentes.

Carracedo de Compludo se dio la mano de un extremo a otro de la provincia con Oseja de Sajambre, otra isla autosuficiente desde el punto de vista energético para no quedar sin suministro en medio de temporales de nieve. Localidades ultraperiféricas, sacaron la cabeza por encima del resto durante unas horas este pasado lunes. Las paradojas se multiplican en la primera, una población que ha conservado su esencia incluso atrayendo familias jóvenes con hijos hasta romper la tendencia hacia el envejecimiento demográfico. Con una hija adolescente en este mundo hiperconectado, Morgane Jaudou le hizo ver su privilegio en esas horas de desconexión: la de tener electricidad en el pueblo cuando se cayeron todas las redes en dos países. 

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