Los misterios de la etnobotánica del Alto Sil, desentrañados por una joven alumna de Biología gracias a una beca
Gala Gancedo González, estudiante de 24 años del grado de Biología de la Universidad de León y natural de Villablino, ha llevado a cabo durante este verano un trabajo de investigación sobre la etnobotánica del Alto Sil, gracias a la concesión de una beca del Programa Ralbar.
Creado por la Universidad de León con la colaboración de la Fundación Banco Sabadell, y que para este proyecto ha tenido al Club Xeitu como entidad colaboradora, el Programa Ralbar tiene como pretensión la dinamización territorial de los espacios rurales de la provincia.
El proyecto, que ha consistido en la investigación sobre los usos tradicionales que se daba a las plantas por los habitantes de los pueblos de los municipios de Palacios y Páramo del Sil, permitirá salvaguardar y poner en valor este ámbito del patrimonio inmaterial. Con ello, se contribuye además a varias metas de la Agenda 2030, como la protección del patrimonio cultural y natural, la mejora de la sensibilización medioambiental, la promoción del turismo sostenible y la dinamización social de la zona.
La investigación, que se encuentra a punto de concluir, ha aunado biología y cultura tradicional y contribuirá a ensanchar el conocimiento sobre la temática, sumándose a otras investigaciones previas. Junto al trabajo de campo de recogida e identificación de numerosas especies de plantas en montes de la zona y la consulta de bibliografía y fuentes de información, Gala Gancedo ha llevado a cabo entrevistas con personas de edad avanzada, fundamentalmente mujeres.
Además, se han celebrado varios calechos, en los que, de forma abierta y colaborativa, los vecinos han conocido de primera mano el proyecto y compartido sus recuerdos y conocimientos sobre la temática. Estos actos han contado con la colaboración del Ayuntamiento de Páramo del Sil y las juntas vecinales de Salientes, Tejedo y Palacios del Sil.
La alumna que lo ha desarrollado, Gala Gancedo, valora la experiencia como muy enriquecedora en varios aspectos. “En cuanto a mi formación como estudiante, he aprendido muchos de los usos sobre las plantas que no conocía, como que las ortigas pueden ayudar con los dolores de la artritis, o que se utilizan como anticoagulante tanto para animales como para humanos. También he aprendido a recoger e identificar plantas y etiquetar los datos adecuadamente”, explica, mostrándose muy agradecida a todos los colaboradores, entre los que destaca la ayuda de su padre, así como a su tutora de proyecto, la profesora Estrella Alfaro.
Además, valora positivamente el desarrollo de habilidades sociales como hablar en público o realizar entrevistas, pero se queda con la buena acogida que ha tenido su iniciativa en la zona. “Lo más bonito ha sido interactuar con los vecinos de los pueblos y que compartieran algunas de sus historias y de cómo vivían antiguamente. Son cosas que no puedes aprender de los libros”.
El Alto Sil es una zona de gran valor natural, con una vegetación rica y variada, con la que sus pobladores han mantenido tradicionalmente una estrecha relación. La sabiduría popular sobre usos que en el pasado se daba a las plantas, como los de tipo medicinal, ganadero o comestible, y también otros vinculados a ritos y creencias, se encuentra en grave riesgo de desaparición por el abandono de las labores tradicionales, la despoblación del mundo rural y la edad avanzada de las últimas personas conocedoras de todo ello.