Del silencio al grito desgarrador: un clamor popular toma las calles de El Bierzo por los incendios forestales

-Soy Fina. Vengo de las Médulas.
El aplauso fue instantáneo. Y después, Fina habló. Contó cómo gritó cuando su marido salió corriendo contra las llamas.
-¡Pedro, Pedro!
Y las vecinas que la trataban de calmar diciéndole que solo iba a por los perros. Pero no era cierto. Pedro, como tantos otros vecinos de pueblos que estuvieron a punto de ser arrasados por las llamas, o desaparecieron directamente, salió a poner el pecho al incendio. Y él se salvó. Pero otros no tuvieron esa suerte.
En la concentración del jueves en Ponferrada había mucha gente, miles de personas, una plaza del Ayuntamiento llena de indignación, pena y rabia. Las terrazas que deberían estar llenas de veraneantes y autóctonos disfrutando de su buen vino y su fantástica gastronomía, a las ocho de la tarde quedaron sepultadas por una masa de gente venida de distintos lugares para apoyar la protesta.
En ella se dijeron muchas cosas, pero también se callaron. Se calló durante un minuto brutal por la muerte de tres personas: Nacho Rumbao, Jaime Aparicio y Abel Ramos, pero también por los bosques que han desfallecido ante las llamas y toda la fauna que les daba vida. En Ponferrada este jueves se lloró no solo por nosotros, los humanos, sino también por la naturaleza que se destruye cuando la olvidamos. Impresionó escuchar ese vacío en una plaza desbordada: del ruido general al silencio absoluto. No se movía nada. Los corazones estaban sobrecogidos, rotos, pero también, esperanzados. ¿Por qué? Porque sabíamos que nuestras lágrimas ya no caían en soledad: estábamos juntos, juntos contra la barbarie.
La plaza estaba llena y la gente se había reunido para reclamar que existían. Uno de los cantos era: “La Junta no sabe / dónde queda El Bierzo”. Otro: “El pueblo unido, jamás será vencido”. Otro: “Mañueco y Quiñones / son nuestros Mazones”. Y, cada poco, panderos que retrucaban un pedido unánime: “Dimisión, dimisión, dimisión”. Y un juicio cada vez más claro: “Ineptos”. Son unos ineptos. O, al menos, han gestionado la catástrofe con un alto grado de ineptitud. Una lo puede sospechar pero cuando sale a tomar el micrófono uno de los voluntarios, bombero forestal aunque no en servicio este verano y aún así trabajando para ayudar, que viene directo con el traje puesto de intentar apagar uno de los muchos fuegos que aún siguen activos, lo confirmamos todo.

El chico lloró de emoción, porque una plaza entera le aplaudía, y sabía que no era a él, sino a todos los que como él habían puesto su vida en juego por salvar la de tantos otros. Y dijo las cosas muy claras y apuntó a un culpable evidente: la Junta de Castilla y León, que no solo no ha sabido coordinar los medios sino que los mantiene en una situación de precariedad que no puede sostenerse más. Por eso, aquel chaval, como lo hicieron los obreros en el mayo del 68, nos habló directamente a todos: esta lucha no es solo nuestra, es de todos vosotros. Se están quemando nuestros pueblos. Y no son pisos. Son historias enteras de generaciones. No los podemos dejar arder. Esto no puede repetirse: hay que trabajar en prevención. Estas fueron sus palabras:
“Muchas gracias. La verdad que ver todo el apoyo de vosotros es muy emocionante. Yo este año les digo, no estoy en el operativo, pero estoy en primera línea también. Estamos muchos compañeros nuestros que tienen mucha experiencia, 8 años, 10 años, 25 años alguno. Estamos asistiendo como podemos en coordinación con el centro provincial, cuando nos dejan, actuar para llegar a los sitios donde vemos que la descoordinación de esta puta junta no llega.
¿Por qué esto es así? ¿Vale? Para que lo sepáis. Porque, ya lo siento, pero es que por hablar en claro, pero a uno se le hinchan los cojones. La Junta, ¿vale? La Junta dispone de medios. Han venido medios de todos los sitios. Yo ya mismamente estoy con el uniforme. Yo no lo he traído aquí para cámaras ni para nada... No, nada: es porque hemos venido desde un incendio, ¿vale? Había nueve camiones autobomba, bomberos que han venido de otras provincias, o sea, de otras comunidades de España, ¿vale? Estaban parados en el pueblo, mientras arriba sabíamos que teníamos que hacer un fuego, ¿vale? Tenemos muchos medios parados, tenemos un exceso de horas, ¿vale? De nuestros pilotos y estos días no vamos a poder contar con muchos de ellos, como no encontremos un relevo, como la Junta no mande un relevo, nos vamos a quedar sin las helitransportadas, únicamente van a poder ir las cuadrillas. Y esto, os lo prometo, o sea, es una desorganización increíble, y por culpa de esa puta desorganización ya tenemos tres fallecidos, ¿vale?

Tenemos toda esta provincia, tenemos toda la comarca de El Bierzo, tenemos Zamora, tenemos Orense, Extremadura, tenemos todo el oeste de España abandonado. Y esto no puede pasar, y para que esto no pase tenemos que hacer labores de prevención. Tenemos que estar todo el año en el operativo, tenemos que cobrar un puto salario digno, tenemos que cobrar algo que no sea 1.200 euros, porque cobramos 1.200 euros. Y necesitamos que esto se movilice de una puta vez. Necesitamos estar todos juntos. No solamente los bomberos forestales. Os necesitamos a vosotros. Lo que necesitamos es que toda la gente del rural, toda la gente del sector primario, la cual es afectada por estas políticas de mierda. Porque es lo que son: políticas de mierda. Políticas de abandono. Necesitamos que estéis unidos con nosotros y nosotros con vosotros.
Porque al final los afectados son ustedes. Porque lo que estamos viendo es que los pueblos se queman. La gente se quema. Las propiedades, nuestro patrimonio, nuestra historia. No estamos hablando de pisos. Estamos hablando de casas que son de cinco generaciones. Se quema todo lo que tenemos. Así que por favor, unión y muchas gracias“.
Aquí hay varias claves en esta voz desgarrada de un bombero forestal cualquiera, que no es un número más, es una persona, como tantas, que llora siendo testigo de cómo arden sus raíces. El acento está en la prevención, que toca de lleno con otra palabra que estos días está en boca de todos: el abandono. No hay gente donde el olvido se acumula. Y donde no hay gente, no hay monte que se trasiegue ni maleza que se retraiga. La naturaleza avanza cuando el ser humano se retira y nosotros, humanos que nos creemos dioses, hemos retrocedido creyendo que podríamos vivir mejor en ese artificio cada vez más inhóspito que son las grandes ciudades. Pero no es verdad. Ya no.
Llevo años reclamando el reequilibrio territorial de España. Y no es un capricho o una visión idílica de la vida en el campo. No. Había camisetas en la manifestación de Ponferrada con un mensaje que deberíamos repetir más y más fuerte: “Ruralidad o barbarie”. Porque es de bárbaros abandonar aquello que nos da de comer, aquello que nos da de beber, aquello que nos ofrece aire puro y paz, aquello que, sin pedir más a cambio que un cuidado sosegado y cabal, nos da la vida. Pero es antisistema vivir fuera del sistema, ya se sabe: irse a repoblar la España olvidada es una temeridad. ¿Por qué? ¿Porque te aburres cuando no hay mil obras de teatro o estrenos de cine al mes? ¿Porque no puedes pedir un Glovo cuando no tienes ganas de cocinar? No, todo eso son cortinas de humo. La razón es mucho más profunda porque es revolucionaria: irse a habitar las zonas olvidadas significa enfrentarte verdaderamente al sistema. No depender de un supermercado. No depender de quienes pueden cortarte el grifo cuando quieran. Somos peligrosos y por eso, tal vez, nos riegan con olvido y después con fuego que apagan, sí, cuando ya miles de hectáreas han ardido. Y ahora nos queda la rabia y esa chispa parece que esta vez ha prendido.
Existimos, gritábamos. Y los habitantes de ese olvido gritaban los nombres de los pueblos de los que venían. Ancianos, niños y mujeres, adultos adustos, gentes anónimas, con un amor inquebrantable a su tierra, que es decir mucho en este mundo en el que todo dios anda buscando dónde anclar sus pies para no perderse en el descalabro al que asistimos día a día. Un genocidio en marcha, una guerra que dura más de lo que debería durar cualquiera, un loco en Norteamérica que dice, por ejemplo, que pintará de negro los muros de la frontera para que los migrantes se quemen las manos al intentar saltarlos. Ese mundo tenemos. Ese mundo hemos votado. Y frente a él, quienes vivimos apegados a la tierra, somos capaces de no enloquecer. Porque sabemos que todos esos disparatados gobernantes que reniegan de los Derechos Humanos y del propio cambio climático, esos adalides del terror con sus guerras y su muerte no valen nada si la Tierra nos dice basta. Y ha empezado a hacerlo.
Lo que sucedió en León y otras zonas de la España olvidada y de nuestra vecina Portugal estos días no es una casualidad: es un contexto óptimo para que las catástrofes naturales se ceben con lo que estamos dejando que sea exclusivamente un paraíso fotografiable de fin de semana. Pero es mucho más: tiene vida propia. Y las altísimas temperaturas sostenidas en el tiempo que no son comunes aquí, con la cantidad de masa forestal que avanza sin control, son un cóctel perfecto para la catástrofe. Cada vez será más común si no ponemos remedio. Los incendios existieron siempre: la forma de apagarlos y su virulencia es nueva. Es fruto del abandono y del descomunal avance de nuestra insensatez como especie.
Muchas plataformas ciudadanas están uniéndose para que esto no quede así. Para que esta rabia que ha prendido no se apague cuando el incendio, por fin, con todos sus fuegos, se termine y podamos respirar el aire puro al que estábamos acostumbrados. El tesoro que elegimos renunciando, sí, a muchas otras cosas. Porque no es fácil vivir en el olvido, pero quienes lo elegimos, sabemos por qué: algo dentro del pecho nos dice que no hay otro camino y que, si nosotros nos vamos, no quedará nada. Vivir aquí es, hoy en día, resistir. Y quizás todo esto sirva para estar cada vez más orgullosos de ello. Y que más gente venga, que más gente haga suya esta tierra que se desangra.
Este es el manifiesto que se leyó en Ponferrada de la plataforma Stop Incendios Noroeste Peninsular, con un título que es en sí mismo un llamado a la acción: “Salvemos nuestra tierra”. Ojalá, como dijo ese bombero forestal, no les dejemos solos, ni ellos a nosotros. Porque solo así cambiarán las cosas. Yo hoy sólo puedo agarrarme a las vigas de madera de mi casa y agradecer a un dios en el que no creo que las llamas no llegaran hasta aquí. La mochila estaba hecha. Los papeles importantes dentro. Cuatro mudas y una pena enorme. Pero estoy aquí. Viva. La casa sigue en pie: tengo esa suerte. No puede ser que dependamos de la fortuna: el clamor es evidente. Hay que organizarse. Y en marzo, si nos dejan, votar.

El manifiesto
1. Una tragedia histórica en nuestros bosques.
Hace menos de tres años, los incendios de las sierras de O Courel y La Lastra arrasaron más de 10.000 hectáreas en la Galicia limítrofe. Apenas estuvieron a punto de cruzar hacia El Bierzo, siendo contenidos tras tres semanas de lucha cerca del Puente de Domingo Flórez; en 2017 Cabrera sufrió el incendio más devastador del año en el que según la UME se quemaron 10.000 hectáreas. Estas cicatrices siguen marcando nuestro paisaje, recordándonos la fragilidad de nuestra montaña.
2. Situación en el territorio previsible: responsabilidad y negligencia.
Este pasado domingo 10 de agosto, la provincia de León contaba ya con10 incendios forestales activos, situación que fue empeorando sucesivamente.
El incendio de Yeres, iniciado el sábado 9 de agosto, alcanzó en pocas horas el nivel 2 de peligrosidad y avanzó rápidamente hacia Las Médulas. Alimentado por rachas de viento de hasta 50 km/h, temperaturas extremas, baja humedad y una masa vegetal seca acumulada durante meses. El fuego avanzó a un ritmo diez veces superior al previsto por los modelos operativos, afectando de forma grave al Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad.
En foco de Yeres, aún en nivel 2 de peligrosidad, ha forzado evacuaciones en más de una quincena de pueblos; más de 800 personas fueron desalojadas en Carucedo, Orellán, Voces, Montes de Valdueza y el propio núcleo de Las Médulas.
Actualmente, en la provincia de León, 26 incendios permanecen activos. Nueve de estos focos —entre ellos Fasgar, Anllares del Sil, Llamas de Cabrera, Yeres, Paradiña, Barniedo de la Reina, Caín de Valdeón, Canalejas y Gestoso— concentran la mayor preocupación. El incendio en Anllares del Sil continúa especialmente virulento, con comportamiento incontrolable, vientos cambiantes y un frente de llamas de gran magnitud que ha obligado a evacuar el Valle de Fornela.
Castilla y León enfrenta una situación de grave emergencia, con 30 focos activos en la comunidad autónoma y más de 5.000 personas evacuadas. Es inadmisible que, con estas condiciones meteorológicas y de riesgo extremo ya previstas por los boletines oficiales, el incendio de Yeres-Las Médulas fuera mantenido inicialmente en nivel 2, y que no se activara una respuesta preventiva ni de alerta temprana a la altura del peligro. Esta falta de anticipación y coordinación por parte de las administraciones responsables constituye un grave fallo de previsión que ha derivado en la mayor catástrofe forestal y patrimonial de la zona en décadas.
En conjunto, esta ola de incendios ha calcinado más de 344.000 hectáreas en España, siendo el peor año registrado en las últimas tres décadas. Castilla y León está a la cabeza en términos de incendios activos y superficie afectada, con 23 incendios en nivel de gravedad alta.
Sumando los daños humanos, se han registrado a nivel nacional cuatro fallecidos, entre ellos un bombero en León, víctimas mortales que dan cuenta de la devastación humana, cultural y ecológica.
La respuesta institucional ha sido profundamente insuficiente, considerando el deterioro ambiental, la falta de planificación y la descoordinación entre administraciones.
3. Causas estructurales: abandono, mala gestión y modelo territorial fallido.
Los incendios no nacen sin causa. En España, más del 80% son provocados por la acción humana, ya sea intencionada o por negligencia. Se suman una deficiente labor de prevención y planificación forestal, la despoblación rural y el abandono de montes y fincas, favorecido por políticas nefastas marcadas por grandes intereses corporativos que se limitan al aprovechamiento no sostenible y la explotación por macroproyectos de grandes fondos de inversión desplazando al verdadero sostén de la zona que son las economías locales y sistemas tradicionales que ampara el reconocimiento como SIPAM (Sistema de Importancia en el Patrimonio Agrícola Mundial). Estas políticas, se encuentran lejos de la protección y conservación de la naturaleza que nuestras montañas y ecosistemas necesitan, incluidas, muchas de ellas en la Red Natura 2000 y la Red de Reservas de la Biosfera, así como el reconocimiento de KBAs (Áreas Clave para la Conservación de la Biodiversidad) por la IUCN (Union Internacional para la Conservación de la Naturaleza), al igual que el reconocimiento como SIPAM (Sistema de Importancia en el Patrimonio Agrícola Mundial) por la FAO.
Estos incendios no son un hecho imprevisible, sino la consecuencia de décadas de abandono del medio rural y de la falta de ordenación del territorio, del abandono de la vigilancia ambiental y de las labores de prevención más elementales (tales como el mantenimiento de las pistas y cortafuegos ya existentes), y también, dela desarticulación social y desinformación de la población. El resultado es un territorio sin un desarrollo sostenible y falta de medios para que una comunidad activa cuide eficazmente el entorno, expuesto a fenómenos extremos cada vez más frecuentes.
4. Falta de Planificación.
Existen grandes vacíos legales de planificación del desarrollo territorial sostenible con ausencia de tramitación de los Planes forestales que exige la ley para ordenar el territorio forestal y abordar el conflicto de usos del suelo atendiendo a la normativa en desarrollo territorial sostenible.
El Plan Especial de Protección Civil ante Emergencias por Incendios Forestales (Plan INFOCAL), fue aprobado, pero nunca implementado. Diseñado para modernizar la respuesta ante incendios forestales, se aprobó en marzo de 2025. Sin embargo, su existencia no ha evitado la crisis actual: no se implementaron protocolos preventivos, ni se activaron recursos suficientes de manera oportuna.
A pesar de su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad (1997) y Monumento Natural (2002), no se implementó un Plan Integral de protección y gestión, y ha sufrido una drástica pérdida de población (entre un 25% y un 40% en los municipios afectados desde el año 2000), con una economía local casi exclusivamente dependiente del turismo estacional.Después de un cuarto de siglo, no hay un Plan Integral efectivo de protección de Las Médulas, ni suficientes medios humanos y técnicos, que la UNESCO reclamó desde la declaración del sitio, en el año 2000.
5. Escasos medios y personal mal coordinado.
La Junta dispone de 93 camiones autobomba con contratos de entre 4 y 9 meses y convenios adicionales que suman unos 100 vehículos extra según la Consejería de Medio Ambiente.
Exigimos mayor rigor y transparencia sobre si las contrataciones adjudicadas se ejecutaron puntualmente y en la extensión comprometida, y por qué en el episodio (Las Médulas / Cabrera) la respuesta preventiva/operativa no fue suficiente.
Constan contratos de tratamientos selvícolas preventivos para El Bierzo en 2025 (lotes y proyectos para 118 hectáreas y otras actuaciones adjudicadas en mayo), pero en la práctica pueden suceder fallos operativos (retrasos en inicio de obras, limitaciones meteorológicas, falta de coordinación entre contratista/administración/ayuntamientos, ausencia de personal suficiente sobre el terreno en los días críticos). Sin embargo, las BRIF —equipos de extinción helitransportados— entran en campaña en torno al 1 de junio y su misión es la extinción, no la ejecución masiva de trabajos preventivos, porque entramos en época de riesgo de incendio. La referencia oficial para la “época de peligro alto” en Castilla y León está fijada como 12 de junio-12 de octubre.
La eficacia preventiva de los contratos de tratamientos de limpieza con maquinaria, con el objetivo de realizar desbroces, cortafuegos y mantenimiento de pistas, dependen de que se realicen antes del periodo de riesgo alto; además, durante episodios de alerta la Junta ha dictado prohibiciones puntuales del uso de maquinaria (por ejemplo en franjas horarias críticas) para evitar iniciadores de incendios, lo que hace aún más determinante que la limpieza preventiva se ejecute con antelación y con eficacia.
Exigimos también una mayor coordinación entre administraciones y una respuesta ante las catástrofes mucho más efectiva y rápida, tal y como ya establece la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes.

6. Responsabilidades políticas ineludibles.
Frente a esta catástrofe ambiental y cultural, deben depurarse responsabilidades. Exigimos:
La dimisión inmediata del consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, máxima autoridad responsable de la planificación y prevención forestal, así como del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, por la precarización del servicio de prevención y extinción de incendios.
Debe también ser destituido el director general de Patrimonio Natural y Política Forestal, José Ángel Arranz, por su responsabilidad específica en la gestión de los espacios naturales y forestales afectados.
Se requiere la declaración de emergencia de Nivel 3 y la declaración urgente de zona catastrófica, con apoyo estatal para labores de reconstrucción, planificación forestal y medidas fiscales para los municipios afectados.
Reclamamos una investigación independiente presentada ante el Procurador del Común y el Defensor del Pueblo (al afectar a varias CCAA), que determine responsabilidades políticas, administrativas y penales a todos los niveles administrativos: regional, autonómico y nacional.
Exigimos además el endurecimiento de las penas y la agilización de los procedimientos judiciales para los responsables de provocar incendios, sean por dolo o por negligencia grave, garantizando que los delitos contra el medio natural reciban un castigo proporcional al daño social, económico, cultural y ecológico que generan.
Instamos a que se respete Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes, artículo 50: Mantenimiento y restauración del carácter forestal de los terrenos incendiados.
1. Las comunidades autónomas deberán garantizar las condiciones para la restauración de los terrenos forestales incendiados, y queda prohibido:
a) El cambio de uso forestal al menos durante 30 años.
b) Toda actividad incompatible con la regeneración de la cubierta vegetal, durante el periodo que determine la legislación autonómica
8 de septiembre, Día de Luto Forestal
7. Propuestas concretas de acción.
Invitamos a vestir de negro el 8 de septiembre, que declaramos “Día de Luto Forestal”, sin símbolos partidistas, en señal de duelo y resistencia.
Requerimos el cumplimiento de la exigencia de la UNESCO relativa a un Plan Integral efectivo de protección de Las Médulas, con medios humanos y técnicos suficientes.
Reclamamos una reparación justa para todas las comunidades afectadas y una restauración ecológica efectiva y vigilada en el tiempo; así mismo, una ordenación del territorio forestal a través del desarrollo e implementación inmediata de planes forestales, incluido el Plan Forestal de Ponferrada, de manera integrada para toda la comarca, que recoja las prescripciones planteadas por el reconocimiento de la FAO como SIPAM (Sistema de Importancia en el Patrimonio Agrícola Mundial).
Exigimos a los ayuntamientos que convoquen plenos extraordinarios: guarden un minuto de silencio, declaren a Suárez-Quiñones “persona non grata”, y exijan medidas reales como planes contra incendios y protocolos de emergencia, y planes de ordenación del territorio y restauración de forma participada con la población.
8. ¡BASTA YA! Nos levantamos.
Desde la indignación, la rabia y la tristeza, alzamos la voz. No permitiremos que una vez más nuestros bosques ardan impunemente, que nuestras comunidades sufran sin derechos, que el patrimonio histórico y cultural se pierda por incompetencia. Es hora de que la ciudadanía se una y exija justicia, verdad y un futuro forestal sostenible.
¡Salvemos Nuestras Comarcas: Bierzo, Cabrera, Laciana, Ancares, Omaña, La Valdería, La Valduerna, Jamuz, Maragatería, etc!