El Bierzo se ampara en otra 'basurcada' 30 años después: de correr por lograr el campus a nadar por no perder oncólogos

El Bierzo tenía un anhelo, Miguel Martínez Basurco era “muy inquieto y demasiado inconsciente” y la polarización no pasaba de la anécdota. Treinta años después, la comarca tiene una herida, el ultrafondista sigue siendo “muy impulsivo” y la sociedad ha pasado del todos a una al conmigo o contra mí. La movilización, una constante en una tierra que vio partir una fila de mineros de camino a Madrid pero que ahora cuesta trasladar de las redes sociales a las calles, ha encontrado de forma recurrente un estandarte en este paisano de Villafranca del Bierzo que se acostumbró al más difícil todavía hasta que aprovecharon la sonoridad de su segundo apellido para bautizar sus retos como basurcadas. La comparativa de los objetivos da la dimensión de lo que se ha perdido en las últimas tres décadas: de correr 24 horas en el otoño de 1995 por los entonces ansiados centros universitarios a intentar cruzar a nado en esta primavera de 2025 el estrecho de Gibraltar para revertir el deterioro del servicio de Oncología del Hospital El Bierzo.
El Bierzo (como todo) es un estado de ánimo. Miguel Martínez Basurco venía de participar en el Campeonato de España de 100 kilómetros en pista con la idea de hacer 24 horas corriendo. Su reto deportivo se dio la mano con una aspiración social: la de contar con centros universitarios. Carnicero de profesión y rondando los 25 años de edad, la idea de Basurco de correr sin parar durante toda una jornada se fue canalizando a través del presidente de Cenco, Victorino Redondo, hasta implicar a un grupo de trabajo que organizó el reto, programado finalmente para los días 2 y 3 de diciembre de 1995. La concejala de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Ponferrada era Fátima López Placer, que traslada la sensación de aquel momento: la de una sociedad sin complejos. “En El Bierzo había más empresas que en León. Éramos más salvo en el tema universitario. Y nos preguntábamos por qué teníamos que marchar para ir a estudiar”, dice para resumir el estado de ánimo en el que se fraguó aquella reivindicación.
El reto resultaba llamativo ya desde el punto de vista estrictamente deportivo. “Fue una novedad. El ultrafondo casi no existía entonces”, dice Martínez Basurco, a quien se le sigue poniendo “la piel de gallina” al repasar aquellos días en los que no le dejaban pagar el café en los bares. “Yo no sabía muy bien lo que hacía en ningún aspecto”, reconoce sobre una prueba en la que pagó por desconocimiento varias novatadas: los efectos de no cambiar el sentido de la marcha en un circuito trazado por el Polígono de las Huertas de Ponferrada hasta sobrecargar partes del cuerpo por hacer los mismos giros y de planificar la alimentación como si fuera una carrera de 100 kilómetros (acabó cubriendo 205 cuando el récord estaba en 221) hasta descompensar los niveles de azúcar y tener que parar de madrugada. El recordado doctor Antonio Domingo Laredo le prestó asistencia médica: “Y me preguntó si estaba en condiciones de seguir. Yo estaba igual de mareado, pero dije que sí y tiré para adelante”. Pese a los contratiempos, completó las 24 horas siguiendo una máxima: “Lo que se hace con cariño está muy bien hecho”.

López Placer se recuerda inquieta a pie de calle, preocupada por el estado de salud del deportista, casi convencida de madrugada de que acabaría en el Hospital El Bierzo. La tensión del momento quedó compensada por aquel ejemplo de implicación social: “Fue una experiencia superbonita. Él es muy peleón. Y animó a que aquello estuviera lleno de gente. Fue precioso”. El deportista quedó impactado: “Yo no recuerdo haber visto nunca tanta gente junta”. El Bierzo, que sacrificó intereses particulares en aras de un proyecto de comarca que aprovechó para su financiación fondos de la reconversión minera, vio estrenar el Campus de Ponferrada en octubre de 1996, menos de un año después de aquella reivindicación tan singular.
El caso es que Miguel Martínez Basurco ya venía unos meses antes de aquella gesta de protagonizar otro reto solidario: cuando ardió el albergue de peregrinos de Jesús Jato en Villafranca del Bierzo y él se bajó del tren de regreso del Maratón de Barcelona para cubrir desde San Juan de Ortega (Burgos) el Camino de Santiago hasta Compostela. “Íbamos recaudando fondos. Hacíamos lo que hoy sería un crowdfunding”, expone este berciano cuyas hazañas acuñó otro paisano ilustre, el atleta Chus Alonso, como basurcadas, mientras en La Crónica de León el periodista César F. Buitrón lo rebautizaba como Forrest Gump en plena resaca de la exitosa película de 1994. No había terminado 1996 cuando se unió a una carrera de 24 horas a relevos en Villafranca para recaudar fondos y rematar el tejado de un polideportivo de Ermua (Vizcaya), apenas unas semanas después del asesinado a manos de ETA del concejal del PP Miguel Ángel Blanco. La política ya jugó entonces alguna mala pasada.
No puede ser que un día te atienda un médico y al día siguiente otro. ¿En qué momento hemos perdido esa humanidad?
Con el proyecto de incineración de residuos en la fábrica de Cementos Cosmos de Toral de los Vados en la picota en la primavera de 2011, Basurco volvió a calzarse las zapatillas para completar siete maratones consecutivos en contra de esta iniciativa empresarial por su contaminación asociada hasta considerarlo incompatible con el desarrollo de sectores como la agroalimentación y el turismo, llamados a reconvertir una economía hasta entonces dependientes del monocultivo de la minería del carbón. La Junta de Castilla y León reaccionó paralizando el expediente. “Se consiguió parar el proyecto durante unos años. Pero, en cuanto se aflojó la presión social, se retomó”, lamenta el ultrafondista para hacer una diferenciación con respecto a las 24 horas corriendo por los centros universitarios: “Ahora la decisión ya no dependía de lo que hiciéramos nosotros”.
La historia luego se entrecruza. Su hija estudió Enfermería en aquel Campus de Ponferrada levantado aprovechando la estructura del viejo hospital Residencia Camino de Santiago, que se había trasladado en 1994 a la localidad de Fuentesnuevas para estrenar el Hospital El Bierzo, donde su esposa recibió entre septiembre de 2014 y marzo de 2016 tratamiento oncológico en unas condiciones muy diferentes a las actuales. “Yo tuve que estar entonces una vez en Neumología. Y el trato fue correcto. Pero no tenía nada que ver con lo bien que estaba Oncología”, cuenta para agradecer sobremanera la atención prestada en momentos tan complicados. Su mujer falleció en 2016. Él mantuvo durante algún tiempo contacto con el servicio. Y ahora habla por lo que le transmite la Plataforma OncoBierzo, surgida en septiembre de 2024 para protestar contra el baile de médicos que ha dejado a Oncología sin apenas profesionales en plantilla hasta tener que suspender en mayo de ese año un día las consultas. “No puede ser que un día te atienda un médico y al día siguiente otro. ¿En qué momento hemos perdido esa humanidad?”, se pregunta Basurco.

El estado de ánimo y la realidad económica de la comarca son otros 30 años después. “El Bierzo ha caído en picado. Ha pasado de ser una potencia energética a no tener industria”, contrasta uno de los portavoces de OncoBierzo, José Miguel Abraila, que habla de una sociedad “adormilada” que repite como mantras expresiones de resignación como “las cosas son así” o “es lo que hay”. La plataforma contactó en noviembre con Basurco, pero un problema de interlocución hizo coincidir la Dragoman (una de las pruebas emblemáticas que organiza el ultrafondista) con la manifestación convocada por OncoBierzo el pasado 1 de diciembre hasta sacar a la calle a miles de personas en Ponferrada, el principal pero no el único hito de este conglomerado de pacientes y familiares que han lanzado recogidas de firmas, una campaña de cartelería y una intensa presencia mediática.
Cada vez que regresaba de una de las últimas manifestaciones por la minería me decía que no volvería porque siempre estábamos los mismos cuatro pringados de siempre
Ahora de nuevo un reto deportivo (el ultrafondista se convirtió también en triatleta y tenía pendiente cruzar a nado el Estrecho) se conjuga con una reclamación social. Pero han pasado 30 años y un cambio de mentalidad. “Antes la gente estaba mucho más unida. Ahora todo está polarizado: o eres de los míos o estás en contra”, cuenta con perspectiva Martínez Basurco, que habla de una sociedad que se ha “acomodado” a expresarse a través de las redes sociales. “Y salir a la calle ya es más complicado”, añade poniendo un ejemplo de sus primeros años de trabajo, cuando se planteó el despido de una compañera y toda la plantilla salió al rescate: “Se dijo que al día siguiente no trabajaba nadie. Y no la echaron. Hoy esas cosas ya no se hacen”. El villafranquino extrapola aquel caso particular al de una comarca que ha bajado los brazos mientras perdía industria y servicios. “Pero”, advierte, “no nos los han quitado. Lo hemos dejado perder. Y tenemos una parte de culpa: como la de alguien que no impide que entren a su casa a llevarle las cosas”.
Fátima López Placer fue luego vicepresidenta de la Diputación para El Bierzo con el PP y volvió al Ayuntamiento de Ponferrada como concejala en la oposición del MASS (Movimiento Alternativo Social) hasta 2011. “Pero hoy los que tanto dimos la cara, hemos perdido la ilusión”, admite, ya fuera de la política, pero todavía con el recuerdo de la frustración que sentía cuando las manifestaciones en defensa de la minería se fueron reduciendo progresivamente de miles a centenares y a decenas de participantes: “Y cada vez que regresaba de una de las últimas me decía que no volvería porque siempre estábamos los mismos cuatro pringados de siempre”. López Placer, que ahora teletrabaja y tiene que ir algunos viernes a León, reconoce también un cambio de tendencia en el ritmo del desarrollo económico de la provincia: “Ahora vuelvo de León y, cuando llegó a Ponferrada, se me cae el alma a los pies”. La política, que ahora es un campo de batalla, funcionaba antes con otros códigos: “Yo soy de derechas, pero siempre he tenido buena relación con sindicalistas o con personas del PSOE y de IU. Yo valoro a las personas”.
Nosotros somos apolíticos. No tenemos filiación política ni sindical. Hemos intentado ir por libre. Nos levantamos cada día pensando en nuestros pacientes
Precisamente la relación con la política puede estar entre los secretos del éxito de OncoBierzo, una de los escasos ejemplos en positivo en una sociedad desmovilizada. “Nosotros somos apolíticos. No tenemos filiación política ni sindical. Hemos intentado ir por libre. Nos levantamos cada día pensando en nuestros pacientes”, afirma José Miguel Abraila sin dejar de admitir (incluso en primera persona) que “cunde el desánimo” tras una “travesía por el desierto” que se manifiesta con la paralización política de la declaración como zona de difícil cobertura para garantizar la llegada de profesionales mientras ya acumulan cinco fallecidos en siete meses de duro trabajo. “Y lo que hacemos nosotros lo hacemos por todos”, añade con la esperanza de que la nueva basurcada suponga un “punto de inflexión”.

Martínez Basurco, que ahora tiene carnicería por cuenta propia en Villafranca y menos tiempo para sí mismo, cambia estos días las zapatillas por el neopreno. “Yo salgo de mi zona de confort. Me tengo que adaptar y no me gusta. Pero la gente tiene que salir y moverse”, cuenta ahora que ya no tiene cara de niño y afronta el reto descifrando claves como el día en que salió del Atlántico helado de frío y le echaron por encima “cinco litros de agua caliente” para compensar la temperatura corporal. El 30 de abril llegará al estrecho de Gibraltar para lanzarse al mar cuando se lo permitan en un reto que tiene lista de espera. Lo hará para visibilizar demandas que lleva haciendo desde hace muchos años, como ese estudio epidemiológico sobre la incidencia del cáncer en la comarca anunciado recientemente por la ministra de Sanidad, Mónica García. “Son cosas importantes que se tendrían que haber hecho ya antes. Y no vale tanto dinero”, refrenda para reclamar que “se reponga” un servicio que se fue desmoronando paulatinamente con ejemplos como el que cita: “La médica que atendió a mi mujer era una oncóloga buenísima. Fue acumulando ocho años a contratos y se marchó”.
Y es que El Bierzo ha perdido la condición de destino para ser lugar de paso de profesionales como los sanitarios. “Y la gente que marcha a estudiar ya no vuelve”, apunta Fátima López Placer para incidir en la ruptura de un eslabón en la cadena generacional. Tras estudiar Enfermería en el Campus de Ponferrada, la hija de Miguel Martínez Basurco salió de la comarca y ahora trabaja en Ferrol. López Placer, que dice no entender que se obligue a jubilarse a médicos, duda del efecto de incentivar la llegada de facultativos en la medida en que pueda suponer un agravio para los que ya están e insta a destacar en positivo la labor de “extraordinarios profesionales” como los que se encontró en un caso personal reciente, admite que la comarca “ha dado un paso atrás”. “Pero hay que seguir siendo reivindicativos”, sentencia para animar iniciativas como la de Basurco, quien espera que su reto trascienda fuera de la comarca como aquella madrugada de diciembre de 1995 en que su basurcada llegó hasta a los micrófonos de José María García.